¿Qué es la Directiva CSRD y a quién aplica?
¿Cómo prepararse para la CSRD sin perderse en el intento?
Cómo conectar tu estrategia ESG con los objetivos financieros (y no fracasar en el intento)
¿Qué pasa con las filiales y grupos empresariales? Ojo con el efecto dominó
4 ventajas de cumplir (bien) con la CSRD
Por qué Dcycle es la solución ESG que necesitas
La Directiva sobre informes de sostenibilidad empresarial (CSRD) obliga a las empresas a reportar su impacto ambiental, social y de gobernanza (ESG) con el mismo rigor que sus finanzas.
Desde 2024, muchas compañías tendrán que presentar informes más detallados y estandarizados, bajo unos criterios comunes definidos a nivel europeo.
El objetivo: transparencia real, datos comparables y decisiones mejor fundamentadas por parte de inversores y otras partes interesadas.
No se trata solo de cumplir con una norma. Si no mides, no compites. Y si no compites, te quedas fuera.
A lo largo del artículo, vamos a ver qué implica esta directiva, a quién aplica y cómo prepararnos para lo que viene.
La CSRD (Corporate Sustainability Reporting Directive) es la norma europea que obliga a las empresas a reportar su información ESG con el mismo nivel de detalle que sus datos financieros.
No es solo un cambio en la forma de reportar. Es un nuevo estándar que pone los datos de sostenibilidad en el centro del negocio.
La CSRD afecta a miles de empresas en Europa. Ya no se trata solo de grandes grupos o multinacionales.
Tendrán que cumplirla aquellas que cumplan dos de estos tres criterios:
más de 250 empleados, más de 40 millones en facturación, o más de 20 millones en activos.
También incluye a pymes cotizadas y empresas fuera de la UE con operaciones relevantes dentro del territorio europeo.
Desde enero de 2024, las grandes empresas que ya estaban bajo la NFRD tienen que adaptarse.
En 2025, será el turno de las grandes empresas que aún no reportaban.
En 2026, se suman las pymes cotizadas, con opción de prórroga hasta 2028.
¿Podemos relajarnos? No del todo. Las fechas están encima y el trabajo de recopilación y análisis no se hace solo.
La Directiva CSRD no es solo una actualización normativa. Es un cambio de enfoque radical sobre cómo las empresas gestionan y comunican su sostenibilidad.
Hasta ahora, muchas compañías trataban la sostenibilidad como un anexo o una sección del informe anual. Pero con la CSRD, la sostenibilidad se convierte en una dimensión estratégica, al mismo nivel que las finanzas.
Lo más importante no es solo cumplir por obligación. Las empresas que se tomen en serio este cambio estarán mejor posicionadas para acceder a inversión, crecer en mercados regulados y atraer talento que prioriza el propósito.
Quien se limite a “reportar lo justo”, llegará tarde a un nuevo tipo de mercado donde la transparencia y la trazabilidad son clave para cerrar contratos, conseguir financiación y evitar riesgos.
Este nuevo enfoque obliga a romper los silos. Ya no vale con que sostenibilidad sea “lo que hace ese departamento”. Ahora debe integrarse en compras, finanzas, RRHH, producción…
La empresa que no logre conectar sus áreas con una visión ESG integrada, se queda atrás.
La CSRD es exigente, sí. Pero no tiene por qué convertirse en una pesadilla si la abordas con un plan claro y herramientas adecuadas. Aquí van algunos pasos prácticos para no atascarse:
No hace falta que tengas todo perfecto desde el primer día. Pero sí necesitas saber qué datos ESG ya tienes, quién los gestiona y cómo se almacenan.
Esto te ayudará a detectar vacíos, duplicidades y puntos críticos. Y sobre todo, te dará un punto de partida realista para estructurar la información de forma útil.
La sostenibilidad no la lleva solo un responsable ESG. La información que pide la CSRD viene de compras, operaciones, legal, RRHH, finanzas…
Si no involucras a esos equipos desde el principio, vas a tener problemas cuando necesites datos concretos y nadie sepa cómo conseguirlos.
Un software ESG puede ayudarte mucho, siempre que esté pensado para trabajar con múltiples usuarios, flujos de validación y trazabilidad documental.
Lo repetimos porque es clave: gestionar la CSRD con hojas de cálculo es una receta para el caos. Especialmente cuando hay auditorías de por medio, cambios normativos o múltiples stakeholders revisando la información.
Una buena solución ESG te permite centralizar, automatizar procesos y auditar la información sin reinventar la rueda cada trimestre.
Una de las grandes dudas que siguen rondando entre muchas organizaciones es: “¿Y si no estoy en Europa? ¿Esto me afecta?” La respuesta es: sí, y más pronto de lo que crees.
La Directiva CSRD no se queda solo dentro del territorio europeo. Si tienes una empresa fuera de la UE pero con operaciones relevantes en Europa, también estás dentro del radar.
Y no hablamos solo de oficinas físicas: basta con que generes ingresos significativos en el mercado europeo o formes parte de cadenas de suministro de empresas que sí están obligadas a reportar
Esto cambia la jugada para muchas compañías internacionales que hasta ahora veían las regulaciones europeas como algo lejano. Con la CSRD, el estándar de sostenibilidad se vuelve global, aunque el origen sea europeo.
Además, muchos inversores y fondos internacionales ya están adoptando este marco como referencia, incluso más allá de las fronteras de la UE.
Así que, si no empiezas a medir y reportar de forma seria, vas a tener problemas para acceder a financiación, licitaciones o incluso mantener ciertos clientes.
En resumen: aunque no estés obligado directamente por ahora, no puedes quedarte al margen.
Porque lo que empieza como una tendencia regulatoria, acaba siendo un estándar de mercado.
Uno de los grandes desafíos que tienen las empresas hoy es alinear los datos de sostenibilidad con los objetivos de negocio.
Porque si ESG no genera impacto económico tangible, el riesgo de que quede en “postureo” es enorme.
Lo cierto es que la CSRD obliga a las empresas a dejar atrás el discurso vacío. Ya no vale con decir que estás “comprometido” o que tienes “iniciativas verdes”.
Tienes que mostrar con datos cómo esas acciones están vinculadas a tu modelo de negocio, a tus ingresos, a tus riesgos y oportunidades.
Esto implica una evolución en la forma de trabajar: los departamentos de sostenibilidad ya no pueden ir por libre. Tienen que trabajar codo a codo con finanzas, compras, operaciones y estrategia.
Y aquí es donde entra el reto (y la oportunidad): si eres capaz de traducir tus métricas ESG en KPIs de rentabilidad, reducción de costes o atracción de inversión, entonces ESG deja de ser un gasto y se convierte en una ventaja competitiva.
Por eso, cada vez más empresas están buscando soluciones que no solo midan, sino que integren estos datos con los sistemas de reporting financiero.
Porque ahí es donde se ve el valor real. Y donde la sostenibilidad se convierte en una palanca de negocio, no en una carga.
Hasta ahora, hablar de sostenibilidad era opcional. Con la CSRD, medir y reportar ya no es una elección, es una obligación.
Esto cambia la forma en que gestionamos la información ESG: pasa de ser algo “para quedar bien”, a una herramienta clave para tomar decisiones.
Los datos ESG se convierten en activos estratégicos. No solo nos ayudan a cumplir con las normas, sino también a mejorar la eficiencia, acceder a financiación o ganar nuevos clientes.
La CSRD no solo afecta a las empresas que reportan. También cambia lo que inversores, clientes y proveedores van a exigirnos.
Quieren datos reales, comparables y auditables. Quieren saber dónde están los riesgos y oportunidades.
Y si no los tienes, buscarán a alguien que sí los tenga.
Estamos entrando en una nueva lógica de mercado, donde medir bien puede marcar la diferencia entre crecer o quedarse atrás.
4 obligaciones clave que impone la CSRD
La CSRD no se queda en generalidades.
Exige que reportemos con datos concretos, comparables y auditables sobre todo lo relacionado con sostenibilidad ambiental, social y de gobernanza sostenibles.
Ya no vale con un PDF bonito y frases genéricas. Toca mostrar el impacto real y cómo lo gestionamos.
Este concepto no es nuevo, pero ahora es obligatorio.
¿Qué significa? Que debemos analizar el impacto del entorno en nuestro negocio y viceversa.
No solo lo que nos afecta, sino también cómo afecta nuestra actividad al planeta, a las personas y al medioambiente.
Otra novedad clave: los informes ESG tendrán que ser revisados por un tercero independiente.
Igual que pasa con los informes financieros, ahora se valida que los datos sean fiables.
Esto evita el greenwashing y pone orden en la calidad de la información.
La CSRD introduce un lenguaje común: los ESRS (European Sustainability Reporting Standards).
Con estos estándares, todas las empresas que reporten lo harán con el mismo marco.
Eso permite comparar entre sectores, países o competidores.
Uno de los puntos menos comentados de la CSRD, pero que más dolores de cabeza puede causar, es cómo afecta a los grupos empresariales y a sus filiales.
Porque no, no basta con que la matriz cumpla.
Si formas parte de un grupo que está obligado, tu empresa también entra en el radar, aunque no llegue por sí sola a los umbrales de empleados, facturación o activos.
Esto tiene implicaciones enormes: empresas que nunca pensaron en reportar sostenibilidad, ahora se ven arrastradas por el cumplimiento global del grupo. Si estás en una cadena donde la matriz tiene que cumplir, tendrás que preparar tus datos, tus evidencias y tus sistemas como si tú también reportaras directamente.
Y no solo eso: si formas parte de una cadena de suministro de una gran empresa sujeta a CSRD, es muy probable que pronto te pidan información detallada sobre tu impacto ambiental o social.
Ya no vale con “cumplo la ley”. Tendrás que demostrar con datos concretos qué haces, cómo lo haces y qué impacto generas.
En este contexto, la única forma de no convertirse en un cuello de botella para el grupo es estar preparado.
Tener tu información ESG ordenada, accesible y trazable. Porque si tú no puedes demostrarlo, será el grupo entero el que asuma el riesgo.
Y eso, en muchos casos, puede acabar en recortes de proveedores o reestructuraciones internas.
Sí, la CSRD es una normativa exigente. Pero si la vemos solo como una carga o un “papeleo más”, estamos perdiendo la oportunidad de usarla como una palanca real de mejora.
¿Por qué? Porque te obliga a mirar hacia dentro, a revisar procesos, datos, estructuras y responsabilidades.
Y esa revisión, si se hace bien, puede ayudarte a detectar ineficiencias, riesgos ocultos y áreas de mejora que antes pasaban desapercibidas.
Por ejemplo, ¿sabes cuánta energía consume cada área de tu empresa? ¿Qué proveedores tienen mayores emisiones?
¿Dónde se generan los mayores residuos? Si no tienes esas respuestas, no puedes ni mejorar ni justificar decisiones estratégicas ante inversores, clientes o la administración, especialmente en contextos que exigen descarbonización.
Cumplir con la CSRD, cuando se hace con cabeza, no solo sirve para evitar sanciones. Sirve para tomar decisiones más inteligentes, reducir costes, anticiparse a normativas futuras y ganar tiempo frente a competidores menos preparados.
Además, comunicar bien tus avances (con datos sólidos, no con frases vacías) también mejora tu imagen y refuerza la confianza de los stakeholders.
Porque hoy, más que nunca, la sostenibilidad ya no se finge: se demuestra. Y quien lo hace bien, gana en reputación, financiación y oportunidades de negocio.
Cuando compartimos información clara y verificable, ganamos credibilidad con inversores, clientes y empleados.
Las empresas que reportan bien son las que inspiran confianza. Y eso se traduce en oportunidades.
Los bancos y fondos ya lo están pidiendo: si no reportas bien tu sostenibilidad, no hay financiación.
Cumplir con la CSRD abre la puerta a nuevas fuentes de financiación y mejora las condiciones de acceso.
Muchas veces, los mayores riesgos no están en la contabilidad tradicional.
Cambios regulatorios, reputación, clima, cadena de suministro…
Cumplir con la CSRD nos ayuda a identificarlos y prepararnos para no comernos el marrón más adelante.
La CSRD no es solo para compliance: también te ayuda a mejorar el negocio.
Es estar preparado para competir en mercados donde esto ya es la norma.
Si nos adelantamos, jugamos con ventaja. Si esperamos, vamos a remolque. ¿Y quién quiere quedarse atrás?
Da vida a tu estrategia digital, agenda una demostración.
El gran problema no es tener datos, es tenerlos bien organizados, actualizados y listos para usarse.
Muchas empresas siguen con excels sueltos, mails y PDFs que no se pueden ni cruzar.
¿Cómo vamos a tomar decisiones o reportar si no tenemos una única fuente de verdad?
No todos los equipos tienen tiempo ni formación para gestionar datos ESG de forma rigurosa.
Y si encima cambian las normas o los estándares, la cosa se complica aún más.
Aquí es donde muchas empresas se quedan atascadas, no por falta de voluntad, sino por falta de medios.
La sostenibilidad sigue estando en un cajón.
No se cruza con finanzas, compras o estrategia, y eso es un error.
Si no conectamos ESG con los procesos clave, perdemos oportunidades y nos limitamos a “cumplir por cumplir”.
Uno de los errores más comunes al aplicar la CSRD es confundir cumplimiento con transformación. Reportar bien está bien, pero lo que realmente importa es que los datos sirvan para mejorar de verdad.
Una buena estrategia ESG no solo recopila métricas. Las analiza, las compara en el tiempo y extrae aprendizajes para hacer cambios concretos: desde ajustar proveedores hasta mejorar eficiencia energética o repensar procesos internos.
Medir por medir no sirve. Lo que cambia el negocio es usar esos datos para tomar mejores decisiones.
Con la CSRD, la cadena de suministro ya no es un detalle secundario. Para cumplir con los estándares, necesitas saber qué pasa más allá de tu oficina o planta.
Eso implica recopilar datos de emisiones, condiciones laborales, uso de materiales y mucho más… directamente de tus proveedores.
¿El problema? Muchos no tienen ni idea de por dónde empezar. Por eso es clave elegir herramientas que faciliten esa recogida de información y te ayuden a estructurarla, sin tener que perseguir a cada proveedor por separado.
Lo que hagan ellos también te afecta a ti. Y si no tienes sus datos, tu informe quedará incompleto.
Dcycle no es una consultora ni una auditoría.
Somos una solución tecnológica pensada para que cualquier empresa gestione su sostenibilidad con datos claros y accionables.
Olvídate de buscar info en mil sitios. Aquí lo tienes todo junto, listo para usar.
¿Tienes que reportar bajo CSRD, SBTi, ISOs, EINF o taxonomía?
Con Dcycle, seleccionas el caso de uso y generas los informes con los datos que ya has recopilado.
Sin hacer el trabajo dos veces. Y sin perder tiempo en adaptar formatos.
Cuando te pidan una verificación externa, todo estará donde tiene que estar.
Con trazabilidad, respaldo documental y métricas comparables.
Nada de líos ni carreras de última hora.
No importa si eres una pyme o una multinacional.
Nuestra solución se adapta a tu negocio, no al revés.
Porque la sostenibilidad no es solo para unos pocos.
Es para cualquiera que quiera competir en serio.
Ve más allá de la teoría, agenda una demostración.
Si cumples al menos dos de estos tres requisitos, estás dentro:
más de 250 empleados, más de 40 millones de facturación o más de 20 millones en activos.
También aplica si eres una pyme cotizada o una empresa de fuera de la UE con operaciones relevantes en Europa.
La EINF (Estado de Información No Financiera) era el primer paso.
La CSRD la sustituye y sube el nivel de exigencia: más detalle, más empresas afectadas y verificación obligatoria.
En resumen: lo que antes era un informe voluntarista, ahora es una obligación con reglas claras.
Los ESRS (European Sustainability Reporting Standards) son los estándares oficiales para reportar bajo la CSRD.
Definen qué información debes dar, cómo estructurarla y con qué indicadores respaldarla.
Son la guía para que todos reportemos con el mismo lenguaje.
¿Puedes hacerlo a mano? Sí. ¿Es buena idea? No.
Gestionar datos ESG con excels, mails o carpetas compartidas es una receta para el caos.
Una solución digital como Dcycle te ahorra tiempo, errores y dolores de cabeza.
No cumplir puede traerte sanciones, perder acceso a financiación o quedar fuera de licitaciones y cadenas de suministro.
Pero más allá de las multas, el verdadero riesgo es quedarte fuera del mercado.
Porque si no mides, no compites. Y si no compites, desapareces.
Carbon footprint calculation analyzes all emissions generated throughout a product’s life cycle, including raw material extraction, production, transportation, usage, and disposal.
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Some strategies require initial investment, but long-term benefits outweigh costs.
Investing in carbon reduction is not just an environmental action, it’s a smart business strategy.