Qué es la CSRD y por qué deberías prestarle atención
Cómo aterrizar la doble materialidad en tu día a día sin complicarte la vida
3 Ventajas competitivas de aplicar correctamente la doble materialidad
¿Tu equipo no colabora? Cambia el enfoque, no el personal
Cómo auditar tu análisis de doble materialidad (antes de que lo hagan por ti)
Por qué Dcycle es la solución ESG que necesitas
Preguntas Frecuentes (FAQs)
CSRD doble materialidad no es un término más de sostenibilidad.
Es una obligación que ya está en marcha y afecta directamente a tu forma de reportar.
Hablamos de mirar en dos direcciones:
cómo te impactan los riesgos ESG y cómo impactas tú al entorno.
Ambas cuentan. Y ambas hay que reportarlas.
¿Podemos relajarnos? No del todo.
Si operas en Europa, o trabajas con empresas que sí, te toca cumplir.
Cuanto antes lo entiendas y lo integres,
más preparado estarás para no quedarte atrás.
A partir de aquí, te explicamos cómo funciona este enfoque, por qué es clave para tu estrategia y qué necesitas hacer desde ya.
La CSRD no es solo otra normativa europea.
Es el nuevo estándar para reportar sostenibilidad en las empresas.
No se trata de hacer informes más bonitos, sino de explicar con datos concretos cómo te afecta el mundo… y cómo lo estás afectando tú.
Esto cambia las reglas del juego.
Especialmente si hasta ahora solo reportabas lo justo para cumplir.
Hasta ahora, solo hablábamos de materialidad financiera: qué temas ambientales, sociales o de gobernanza afectan al negocio.
Ahora entra en juego otra dimensión: cómo impacta la empresa al entorno en esos mismos temas.
Ambas son igual de importantes.
Y sí, hay que reportarlas las dos.
El informe de sostenibilidad ya no puede ir por libre.
Tiene que cruzar datos financieros con datos ESG.
Eso implica integrar lo que pasa fuera (con el entorno, los grupos de interés, la cadena de valor) con lo que pasa dentro (riesgos, rentabilidad, decisiones estratégicas).
Si no contamos todo el contexto, el informe se queda cojo.
Si quieres ver resultados reales, agenda una demostración.
Ya no sirve tener los datos sueltos en excels o emails.
Necesitamos estructurar la información ESG de forma que sea útil para múltiples reportes.
Desde emisiones hasta indicadores sociales o gobernanza: todo debe estar conectado.
Este enfoque no se puede resolver desde un solo departamento.
Legal, sostenibilidad, finanzas, operaciones… todos tienen que alinear datos y criterios.
¿El reto? Que hablen el mismo idioma y entiendan que esto es estratégico, no solo un requisito más.
Una vez tienes bien organizada tu información ESG, no solo cumples con la CSRD.
También puedes usarla para Taxonomía, ESRS, ISOs, SBTi o EINF.
Lo que antes eran informes aislados, ahora se vuelve una red de datos conectados.
Y si lo haces bien, puedes ahorrar tiempo, dinero y dolores de cabeza.
La doble materialidad suena a concepto complejo, pero no tiene por qué serlo.
La clave está en aterrizarla a tu realidad de negocio sin caer en burocracias innecesarias.
Seguramente ya estás recopilando datos ESG para otras normativas o reportes.
Úsalos como base. No hace falta reinventar nada: lo que vale para EINF o ISOs, también vale para CSRD si lo estructuras bien.
¿Tienes encuestas internas? ¿Auditorías de proveedores? ¿Indicadores de sostenibilidad?
Todo eso puede alimentar tu análisis. Solo necesitas conectarlo bien.
No pongas en el centro un tema solo porque está de moda.
Si en tu empresa el mayor impacto está en la cadena de suministro o en las emisiones logísticas, ahí debe ir el foco, aunque no sea lo más trending.
Doble materialidad no es una checklist. Es una herramienta para priorizar con cabeza.
El contexto cambia. Las prioridades cambian. Tu negocio cambia.
Por eso, actualiza tu análisis al menos una vez al año, o antes si hay cambios importantes: una nueva regulación, un escándalo en la cadena, una crisis reputacional…
No dejes que tu informe se vuelva obsoleto antes de salir.
Te guiamos paso a paso: agenda una demostración.
Muchas empresas están publicando mapas de materialidad… que no dicen nada.
¿Quieres hacerlo bien de verdad? Aquí te dejamos los elementos que no pueden faltar si quieres que tu análisis aguante de verdad.
No vale con decir “hemos consultado a los grupos de interés”.
¿A quién consultaste? ¿Cómo? ¿Qué dijeron? Eso tiene que quedar claro y documentado.
Y no te limites a los de siempre. Involucra también a quienes suelen quedar fuera: comunidades locales, proveedores pequeños, sindicatos, ONG relevantes.
Los mapas de doble materialidad están llenos de puntitos de colores. Pero si no explicas por qué esos temas son los más relevantes, no sirve de nada.
Define bien tus criterios: impacto potencial, urgencia, alcance geográfico, presión normativa… lo que sea, pero que tenga lógica.
Y sí, mejor si lo puedes mostrar con una matriz donde el eje X sea impacto en el negocio y el Y, impacto en el entorno.
Tu mapa de materialidad no puede ir por un lado y tu estrategia por otro.
Si un tema es material, tiene que estar presente en tus objetivos, políticas o indicadores clave.
¿Dices que el cambio climático es crítico? Entonces muestra cómo lo estás integrando en decisiones reales: proveedores, productos, inversiones, etc.
Aplicar bien este enfoque no es solo para cumplir. Es una palanca real para diferenciarte en un mercado cada vez más exigente.
La doble materialidad te da un mapa claro de dónde actuar.
¿Tienes riesgos climáticos fuertes? Adapta tu operación.
¿Impactas en biodiversidad? Cambia tu logística o tus materias primas.
Menos discurso. Más acción. Eso es lo que marca la diferencia.
Cuando tienes datos reales, puedes mostrar tu compromiso sin postureos.
Y eso se nota. Te abre puertas a contratos con grandes clientes, mejora tu acceso a financiación sostenible y te posiciona mejor en licitaciones o evaluaciones ESG.
Los que solo “cumplen” están cada vez más fuera del juego.
Tener tu información ESG ordenada y conectada te ahorra trabajo.
Porque no estás empezando de cero cada vez que llega una normativa nueva.
Todo lo que haces para la CSRD te sirve también para SBTi, Taxonomía, EINF, ISOs…
Una sola estructura, múltiples usos. Esa es la eficiencia que hoy necesitas.
Cuando cruzamos datos financieros con indicadores ESG, dejamos de volar a ciegas.
La doble materialidad nos ayuda a ver qué decisiones tienen impacto real y dónde están los puntos críticos.
No se trata solo de apagar fuegos.
Con este enfoque podemos prever riesgos antes de que estallen
y detectar oportunidades que otros aún no ven.
¿Un proveedor clave con mala gestión ambiental?
¿Un cambio normativo que puede afectar tus operaciones?
Muchos de estos riesgos están relacionados con el medioambiente, y requieren una evaluación integral para anticiparse de forma efectiva
Cada vez más actores del mercado exigen datos ESG claros y comparables.
Quien no los tiene, simplemente pierde relevancia.
Aplicar bien la doble materialidad demuestra que sabes lo que haces y que no estás improvisando.
Si no sabes cómo estás impactando ni cómo te impactan, vas tarde respecto a tu competencia.
Y cuando quieran entrar a nuevos mercados o licitaciones, otros van a tener ventaja simplemente por tener los datos listos.
La CSRD y otras normativas ya no son opcionales.
Ignorarlas te expone a sanciones y crisis de reputación que podrías haber evitado con información ordenada y accesible.
Trabajar sin visibilidad es malgastar tiempo, dinero y recursos.
Medir mal o no medir multiplica los esfuerzos y resta efectividad a cualquier estrategia de sostenibilidad que pongas en marcha.
¿Te conviene seguir así?
O mejor dicho: ¿te lo puedes permitir?
Nuestro equipo está listo para ayudarte, agenda una demostración.
Después de ver cómo lo están haciendo empresas de todo tipo, queda claro que quien mide bien, decide mejor.
El error más común: tratar la sostenibilidad como un informe anual.
Y no como lo que realmente es: una palanca estratégica.
Primero, pon en orden tu información ESG.
Si los datos no están claros ni conectados, no vas a llegar lejos.
Después, alinea a los equipos clave.
Sostenibilidad, legal y finanzas tienen que remar juntos.
Esto es aún más crucial cuando se busca impulsar iniciativas como la automatización de procesos, que requieren coordinación interdepartamental para optimizar tanto la eficiencia como la trazabilidad de los datos ESG.
Y sobre todo, evita hacer todo esto desde cero cada año.
Automatizar y centralizar datos no es opcional, es eficiencia pura.
Cumplir con la CSRD no es solo una obligación. Es una oportunidad para dejar de reaccionar y empezar a tomar el control.
La diferencia entre cumplir a tiempo o llegar tarde está en cómo entiendes esta normativa hoy.
Cada nuevo cambio regulatorio, como los estándares ESRS o la Taxonomía Verde, tiene algo en común: exige transparencia, trazabilidad y visión a largo plazo.
Si ya estás aplicando la lógica de doble materialidad, te estás preparando para todo lo que viene sin tener que rehacer tu sistema cada año.
Además, este enfoque te permite anticiparte a lo que aún no es obligatorio pero pronto lo será:
El objetivo ya no es cumplir. Es estar preparado. Y con doble materialidad bien aplicada, vas dos pasos por delante del resto.
Cuando un equipo no colabora, lo fácil es pensar que el problema es de actitud o compromiso. Pero en la mayoría de los casos, el problema es estructural: cada área tiene sus prioridades, su lenguaje y sus tiempos.
Finanzas quiere previsibilidad, legal necesita evitar riesgos, operaciones busca eficiencia, sostenibilidad pide datos. Todos tienen razón, pero si no se entienden entre sí, el trabajo no avanza.
La solución no es cambiar a las personas. Es cambiar la forma de integrar el tema.
No podemos pedir colaboración sin explicar por qué este tema les afecta directamente. Si el análisis de doble materialidad se presenta como un proyecto externo o un trámite, es normal que se vea como carga.
Cambia la narrativa:
Evita reuniones eternas sin propósito claro. Crea espacios de trabajo funcionales, con objetivos concretos y resultados visibles. Un buen inicio es trabajar sobre un único tema material y resolver cómo medirlo entre todas las áreas.
Por ejemplo: emisiones indirectas (alcance 3).
Cada proyecto bien resuelto se convierte en una base para el siguiente. Y el equipo ve que esto no es más trabajo, sino mejor trabajo.
Si la recopilación de datos ESG se basa en correos y excels dispersos, la colaboración se vuelve imposible. Utiliza una plataforma que permita asignar responsabilidades, automatizar tareas y mostrar avances.
Que cada persona vea solo lo que le toca. Y que sepa por qué es importante.
Así, no solo tienes un mapa de materialidad más completo: tienes un equipo más conectado.
Un buen análisis empieza con datos trazables y actualizados. No importa cuán visual sea tu informe si no puedes demostrar de dónde viene cada cifra.
Verifica lo siguiente:
Si no puedes responder a estas preguntas con claridad, tienes un problema de base.
La matriz no puede ser solo estética. Tiene que tener una lógica interna sólida, basada en criterios claros.
Pregúntate:
Un mapa sin lógica es un mapa que se cae a la primera revisión.
Si un tema es prioritario en tu análisis, debe tener un reflejo claro en tu operativa. Esto incluye:
Si todo eso no existe, no estás priorizando: estás inventando.
Antes de publicar tu informe, haz una revisión cruzada con otros equipos o externos de confianza. Pídeles que lo lean como si fueran un auditor o un cliente exigente.
¿Qué podrían cuestionar? ¿Qué no queda claro? ¿Dónde ven incoherencias?
Mejor detectarlo ahora, que después de publicar.
Una herramienta que centralice tus datos y documente cada paso es clave para evitar errores y ganar tiempo. No solo reduces el trabajo manual: aseguras que todo está donde debe estar cuando llegue el momento de rendir cuentas.
No necesitas ser perfecto. Pero sí necesitas ser consistente.
Uno de los mayores bloqueos a la hora de aplicar la doble materialidad no es técnico. Es cultural.
Muchas empresas fallan no porque no tengan los datos, sino porque los equipos no están alineados o no ven el valor de lo que están haciendo.
Solución: romper los silos, traducir el problema a cada equipo y demostrar el impacto real. No desde la teoría, sino desde lo que les afecta directamente.
Ejemplos prácticos:
No se trata de pedir más trabajo, sino de demostrar que esto mejora el trabajo de todos.
Uno de los errores más frecuentes es ver la CSRD y la doble materialidad solo como una carga administrativa.
Pero cuando la usas como brújula estratégica, se convierte en una herramienta para reinventar productos, modelos de negocio y procesos clave.
La doble materialidad no es solo un termómetro. Es un GPS.
Te dice dónde estás, qué riesgos enfrentas y qué caminos puedes explorar que otros aún no ven.
Hacer un informe no es suficiente. Lo importante es que puedas defenderlo con claridad, rigor y trazabilidad.
La CSRD exige que el análisis de doble materialidad tenga una base sólida y verificable. Si no la tienes, tu reporte puede convertirse en un riesgo más que en una solución.
Aquí van los puntos clave que deberías revisar antes de publicar cualquier informe:
¿Tus datos están bien documentados?
No vale con decir “consultamos a los stakeholders” o “evaluamos los impactos”. Necesitas demostrar qué datos usaste, de dónde salieron, y cuándo se actualizaron por última vez.
¿Tus criterios de priorización están explicados con lógica?
Un mapa con colores bonitos no sirve si no puedes justificar por qué esos temas están en la zona alta y otros no. Explica claramente qué indicadores has usado: impacto económico, urgencia, relevancia normativa, impacto en el entorno...
¿Tienes respaldo del proceso de consulta a grupos de interés?
No se trata solo de consultar, sino de documentar las respuestas, incluir las voces menos visibles y dejar constancia de cómo influyeron en el resultado final.
¿Tu estrategia recoge lo que el análisis identifica como clave?
Si dices que el cambio climático es prioridad, pero no tienes ninguna acción concreta en tu plan operativo o financiero, algo no cuadra.
Una autoauditoría no es una pérdida de tiempo. Es una forma de anticiparte y ganar seguridad.
Mejor que detectes tú los puntos débiles antes de que lo haga alguien externo.
Una gran parte del impacto real de las empresas no está en sus oficinas ni en sus operaciones directas. Está en su cadena de suministro.
Y la CSRD no deja lugar a dudas: también hay que reportar esos impactos e interacciones.
La doble materialidad, bien aplicada, implica mirar hacia fuera:
¿Qué consecuencias generan tus decisiones de compra?
¿Qué riesgos te transfieren tus proveedores?
Por ejemplo:
Esto es especialmente relevante en el contexto de Pymes, que suelen tener recursos limitados para implementar sistemas complejos de reporte ESG, pero cuya participación es clave para construir cadenas de suministro responsables.
El problema es que muchos proveedores no tienen los datos, ni los sistemas, ni el conocimiento para darte esa información.
¿La solución? Construir relaciones de colaboración, no solo control.
Crear formatos simples para recolectar información, acompañar en la mejora, priorizar a quienes cumplen, formar a quienes no.
Porque si no tienes visibilidad en tu cadena, no puedes gestionar los riesgos ni reportar con confianza.
Y si reportas sin base, la auditoría puede volverse un problema muy serio.
La CSRD marca un antes y un después. Ya no se trata de cumplir con un informe. Se trata de transformar la forma en que se piensa y se gestiona la sostenibilidad dentro de la empresa.
La doble materialidad exige pasar de la periferia al centro.
Ya no vale con tener un “responsable ESG” solo para rellenar casillas.
Este enfoque toca decisiones clave:
qué se compra, cómo se produce, cómo se invierte, cómo se gestiona el riesgo, cómo se comunican los logros.
Por eso, si de verdad quieres estar preparado, no basta con herramientas. Necesitas cultura interna.
¿Qué implica eso en la práctica?
Transformar la presión regulatoria en cultura organizativa es lo único que garantiza que no estés empezando de cero cada año.
Y es lo que convierte el cumplimiento en ventaja competitiva real.
Trabajar con hojas de cálculo dispersas o soluciones aisladas no es sostenible.
Cuando tienes que reportar decenas de indicadores, involucrar múltiples equipos y cruzar datos financieros con ESG, el Excel deja de ser una herramienta útil y se convierte en un freno.
Una solución tecnológica adecuada te permite estructurar la información, asegurar la trazabilidad y trabajar de forma colaborativa. No solo se gana orden, también se gana agilidad y confianza en los datos.
Uno de los mayores riesgos al reportar sostenibilidad es el error humano: cifras duplicadas, versiones desactualizadas o incoherencias entre informes.
Con tecnología, puedes automatizar la recopilación de datos desde tus sistemas internos, actualizar métricas en tiempo real y asegurar consistencia en todos los reportes.
Automatizar no es solo eficiencia, es protección ante revisiones externas y auditorías regulatorias.
Una plataforma ESG bien diseñada no solo sirve para reportar. Sirve para tomar decisiones operativas y estratégicas en tiempo real. Si tus indicadores ESG están conectados a compras, logística, operaciones o finanzas, puedes ajustar decisiones sin esperar al siguiente ciclo de reporte.
Así, la doble materialidad deja de ser un ejercicio anual y pasa a ser parte de cómo gestionas tu empresa cada día.
Muchos informes están llenos de métricas decorativas que no dicen nada. La clave está en elegir indicadores que realmente reflejen tu impacto y tus riesgos. No hace falta reportarlo todo, pero sí lo que es relevante.
Piensa en KPIs que te permitan tomar decisiones: emisiones clave, impactos en la cadena, condiciones laborales, cumplimiento normativo, entre otros. Si un indicador no sirve para decidir, no sirve para reportar.
El enfoque de compliance es esencial para que estos indicadores tengan validez legal y soporten auditorías externas con confianza.
Tener buenos indicadores no basta. Si no se actualizan, pierden valor. Define claramente quién es responsable de cada dato, con qué frecuencia debe revisarse y cómo se comunica internamente.
La sostenibilidad cambia, y tus indicadores también deberían hacerlo. Asegura versiones actualizadas, comparables y bien documentadas. Solo así evitas sorpresas en auditorías y aseguras coherencia año tras año.
El mayor error es que los datos ESG acaben en un informe… y ya. Tus indicadores deben alimentar decisiones reales: desde cambiar un proveedor hasta rediseñar un producto o ajustar un proceso.
Cuanto más integrados estén en tu día a día, más valor generan. No son cifras para marketing, son herramientas de negocio.
Muchos consejos ven la sostenibilidad como algo accesorio. Error. La doble materialidad afecta directamente a la estrategia, el riesgo y la reputación de la empresa.
No es un tema de “cumplimiento” ni de informes bonitos, es un asunto de supervivencia y ventaja competitiva.
El consejo debe entender que ignorar este enfoque no es neutral: es poner en riesgo el valor a largo plazo.
Para ejercer su rol con responsabilidad, el consejo debe formular preguntas concretas:
Cumplir con la doble materialidad no es solo rendir cuentas a reguladores. Es proteger los intereses de accionistas, empleados, clientes y comunidades. Si el consejo no lidera este proceso, está incumpliendo su rol fiduciario.
Y esto se vuelve especialmente importante para las empresas que cotizan en bolsa, ya que su exposición pública exige niveles más altos de transparencia y compromiso con los factores ESG
La sostenibilidad, hoy, ya no es opcional ni reputacional: es un factor central en la gobernanza moderna.
En este sentido, conceptos como la gobernanza sostenibles se vuelven esenciales para garantizar que las decisiones empresariales estén alineadas con criterios de ética y sostenibilidad a largo plazo.
Da vida a tu estrategia digital, agenda una demostración.
Medir no es suficiente si no sirve para actuar. La doble materialidad no es un mero ejercicio técnico: es un motor para transformar la forma en que tomas decisiones. Lamentablemente, muchas empresas recopilan datos ESG únicamente para cumplir y los dejan acumulándose en informes que nadie revisa. Para que la sostenibilidad sea realmente estratégica, esos datos deben alimentar decisiones concretas que impulsen el negocio.
La doble materialidad te obliga a mirar en dos direcciones: cómo te impactan los factores ESG (materialidad financiera) y cómo impactas tú en el entorno (materialidad de impacto). Este enfoque bidireccional proporciona una visión mucho más rica y orientada a la acción.
Por ejemplo:
Cada impacto ESG bien documentado proporciona una pista para mejorar procesos, reducir riesgos y encontrar ventajas competitivas. Ese es el valor real de aplicar adecuadamente la doble materialidad.
No basta con tener un mapa de materialidad bonito: debe estar conectado con tus metas estratégicas. Cuando los temas materiales influyen en la toma de decisiones, la sostenibilidad deja de ser un complemento y pasa a ser central.
Piensa en esto:
Una gestión ESG fuerte alimenta decisiones prácticas, no solo informes regulatorios. No se trata de reportar más, sino de usar el informe para tomar mejores decisiones.
Para que los datos impulsen decisiones, necesitas indicadores que respondan a preguntas reales del negocio. No acumulen métricas decorativas: selecciona KPIs que permitan tomar acción.
Esta estructura convierte al dato en una herramienta, no en una nota al pie del informe.
No todo se aplica de la misma forma a todos los departamentos. Para que cada equipo entienda la utilidad del enfoque, vincula los datos ESG a sus necesidades específicas:
Los riesgos climáticos tienen un impacto directo sobre activos, préstamos o seguros. Mostrar cómo esos riesgos afectan al balance ayuda a entender el valor real de anticiparse y mitigarlos.
Si tienes datos sobre proveedores con prácticas laborales deficientes o emisiones elevadas, puedes utilizarlos como filtros en procesos de selección, integrarlos en contratos o diseñar planes de mejora colaborativos.
La doble materialidad permite descubrir ineficiencias operativas: exceso de consumo energético, procesos poco sostenibles o residuos elevados. Con esos datos, puedes replantear procesos y reducir costes.
Cuando los datos ESG se combinan con objetivos estratégicos, el informe se convierte en una herramienta para priorizar inversiones, lanzar nuevos productos o revisar cadenas de suministro.
El cambio estratégico requiere que los equipos adopten una mentalidad basada en la evidencia. La doble materialidad deja de ser un deber regulatorio y pasa a ser una brújula para toda la organización.
De este modo, la sostenibilidad deja de ser un área aislada y se integra en todas las decisiones clave.
La doble materialidad no es estática. El entorno cambia, las prioridades evolucionan, las regulaciones se actualizan. Por eso, debes:
Este ciclo de medición, acción y evaluación convierte la doble materialidad en un sistema de mejora continua.
En resumen, la doble materialidad solo genera valor si los datos se utilizan para tomar decisiones reales, correctas, y en el momento adecuado. Para ello, hace falta:
Cuando se cumple con estos elementos, la doble materialidad deja de ser una obligación y se convierte en una palanca estratégica de transformación real.
No somos auditores ni consultores.
Somos una solución para empresas que quieren dejar de improvisar con la gestión de su sostenibilidad.
Recopilamos toda tu información ESG y la distribuimos en los casos de uso que necesites: CSRD, ISOs, Taxonomía, SBTi, EINF o lo que venga.
Olvídate de herramientas sueltas y excels imposibles.
Con Dcycle gestionas todo el ciclo: recopilación, análisis, reporting y simulaciones.
Tus datos están centralizados, seguros y listos para usarse
en cualquier normativa actual o futura.
Extraemos datos desde donde estén: ERPs, hojas de cálculo, proveedores...
Y los transformamos en información útil y lista para accionar.
Puedes comparar escenarios, detectar mejoras y reportar sin errores.
Todo desde un solo sitio, sin líos innecesarios.
Sabemos que las normativas cambian.
Por eso nuestra solución está pensada para adaptarse a lo que venga.
Hoy es la CSRD, mañana puede ser otra.
Pero si tienes los datos organizados, solo es cuestión de seleccionar y reportar.
Es un enfoque que nos obliga a mirar en dos direcciones:
cómo afectan los temas ESG a nuestro negocio y cómo impactamos nosotros en el entorno y la sociedad.
La CSRD pide que contemos ambas cosas, con datos claros y objetivos.
No todas... por ahora.
Pero si estás dentro del alcance de la CSRD (o trabajas con alguien que sí), te va a tocar aplicarlo antes de lo que piensas.
Y si ya estás reportando, mejor hacerlo bien desde el principio.
Primero, identificar los temas clave ESG desde ambos ángulos.
Luego, recopilar y estructurar los datos relevantes.
Y por último, integrarlos en los informes de forma coherente y accionable.
No es solo un check más, es un cambio de mentalidad.
No. Va mucho más allá.
Te obliga a tomar decisiones estratégicas basadas en datos reales.
El informe es solo la parte visible.
Lo importante es todo lo que pasa detrás para que ese informe tenga sentido.
Dcycle no es una consultora ni una auditoría.
Somos una solución que centraliza y distribuye toda tu información ESG en los distintos casos de uso que necesites: CSRD, ISOs, SBTi, Taxonomía...
Recopilamos los datos, los estructuramos y te ayudamos a convertirlos en decisiones, reportes y ventajas competitivas. Sin líos.
Carbon footprint calculation analyzes all emissions generated throughout a product’s life cycle, including raw material extraction, production, transportation, usage, and disposal.
The most recognized methodologies are:
Digital tools like Dcycle simplify the process, providing accurate and actionable insights.
Some strategies require initial investment, but long-term benefits outweigh costs.
Investing in carbon reduction is not just an environmental action, it’s a smart business strategy.