¿Por qué deberíamos preocuparnos por la huella de carbono de las bolsas de plástico?
¿Por dónde empiezo? 4 pasos para tomar acción desde hoy
La huella de carbono de las bolsas de plástico es mucho más relevante de lo que parece.
Cada bolsa, por simple que sea, genera emisiones desde que se fabrica hasta que se desecha. Y cuando hablamos de millones al día, el impacto se dispara.
Para muchas empresas, este tipo de productos pasan desapercibidos. Pero si queremos cumplir con normativas, optimizar recursos y seguir siendo competitivos, hay que empezar a medir.
No podemos gestionar lo que no conocemos.
Entender esta huella es clave para tomar decisiones. No se trata solo de contar emisiones, sino de identificar dónde están los mayores impactos y cómo podemos reducirlos sin complicarnos la vida.
Las bolsas de plástico están en todas partes. Desde el supermercado hasta el embalaje industrial, son parte del día a día en casi cualquier sector.
El problema no es solo su volumen, sino el impacto oculto que generan.
Cada bolsa implica emisiones que muchas veces no se ven. Fabricarlas, transportarlas, usarlas y desecharlas tiene un coste ambiental.
Si no lo medimos, no lo controlamos. Y si no lo controlamos, no podremos cumplir objetivos ni normativas.
El impacto se acumula rápido. Cuando lo multiplicamos por miles o millones de unidades, el efecto sobre los indicadores ESG de una empresa puede ser más serio de lo que parece.
Mide el impacto real del plástico con un software de sostenibilidad que contemple factores específicos por material
La huella de carbono de una bolsa de plástico mide las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) generadas en todo su ciclo de vida.
Desde la extracción del petróleo hasta que se tira o se incinera.
Cada etapa cuenta: materias primas, producción, transporte, uso y gestión del residuo. Todo suma.
Ejemplo práctico: una bolsa de supermercado de un solo uso puede parecer inofensiva. Pero si consideramos su vida útil frente al volumen de producción y uso diario, el impacto ambiental es evidente.
Medir está bien, pero no es suficiente. Si nos quedamos ahí, no estamos usando todo el potencial de los datos ESG.
La clave está en integrar la medición en una estrategia más amplia. Una que nos ayude a mejorar continuamente y a tomar decisiones basadas en información real, no en suposiciones.
Los datos no sirven de nada si no los usamos para actuar. Y aquí es donde la sostenibilidad se convierte en una palanca estratégica real.
Measuring is good, but it’s not enough. If we stop there, we’re not using the full potential of ESG data.
The key lies in integrating measurement into a broader strategy.
One that helps us continuously improve and make decisions based on real information, not assumptions.
Data is useless if we don’t use it to act.
And this is where sustainability becomes a real strategic lever.
La huella de carbono se centra en emisiones de gases de efecto invernadero. Es decir, mide el CO₂ y otros GEI que genera un producto o proceso.
La huella ecológica es más amplia. Incluye consumo de recursos, uso de suelo, agua, etc. Pero si hablamos de emisiones, lo que nos interesa es la huella de carbono.
No todos los plásticos contaminan igual. Depende del material base, el proceso de fabricación, y si es reciclado o no.
Cuanto más complejo sea el plástico, mayor suele ser su huella. También influye la energía que se usa para producirlo y cómo se gestiona al final de su vida útil.
Sí, pero hay que hacer las cosas bien. Usar materiales menos intensivos, alargar la vida útil y mejorar la logística ya supone un gran avance.
Eliminar no siempre es la única opción. Optimizar puede ser igual de efectivo si se gestiona con criterio.
Necesitamos datos del ciclo de vida completo. Desde las materias primas hasta el transporte, el uso y el final de vida.
Cuanto más precisos sean los datos, más real será el cálculo. Y más útil será para tomar decisiones.
Lo ideal es hacerlo cada vez que cambian las condiciones clave. Por ejemplo, si cambias de proveedor, de material o de proceso.
También tiene sentido hacerlo de forma periódica. Así podemos seguir la evolución y ajustar la estrategia sin improvisar.
Carbon footprint calculation analyzes all emissions generated throughout a product’s life cycle, including raw material extraction, production, transportation, usage, and disposal.
The most recognized methodologies are:
Digital tools like Dcycle simplify the process, providing accurate and actionable insights.
Some strategies require initial investment, but long-term benefits outweigh costs.
Investing in carbon reduction is not just an environmental action, it’s a smart business strategy.