

Estas son las 7 claves para entender las normativas contra el greenwashing

Hablemos claro: por qué las normativas contra el greenwashing están ganando fuerza

4 Principales normativas europeas y globales contra el greenwashing (CSRD, CSDDD, Directiva Green Claims, etc.)

4 Retos y oportunidades que generan las normativas contra el greenwashing

El papel de los datos ESG en la transparencia y la verificación de afirmaciones sostenibles

Dcycle: la solución ESG para garantizar la fiabilidad de tus datos y evitar el greenwashing

Preguntas Frecuentes (FAQs)
Estas son las 7 claves para entender las normativas contra el greenwashing:
En los últimos años, las normativas contra el greenwashing han cambiado por completo la forma en que las empresas comunican su desempeño ambiental, social y de gobernanza.
Cada vez es más evidente que no basta con decir que una empresa actúa de forma responsable, sino que debe demostrarlo con datos objetivos y verificables.
Esta exigencia está transformando la sostenibilidad en un asunto de cumplimiento y de competitividad.
Las administraciones y los mercados están enviando el mismo mensaje: solo vale lo que se puede probar.
Las declaraciones vagas o los compromisos sin respaldo ya no sirven. Hoy, lo que diferencia a una empresa es su capacidad para medir su impacto real, controlar su información ESG y reportarla con transparencia y coherencia ante reguladores, inversores y clientes.
Cada nueva regulación busca reforzar la credibilidad de las empresas que trabajan con datos sólidos. Por eso, la sostenibilidad deja de ser una cuestión reputacional para convertirse en una palanca estratégica.
Quien sepa gestionar su información y aplicar los criterios ESG estará preparado para adaptarse a los nuevos marcos normativos y aprovechar las oportunidades que surgen.
En este artículo exploraremos qué implican las normativas contra el greenwashing, cómo afectan a las empresas y qué pasos prácticos podemos seguir para cumplirlas de forma eficiente y con una visión centrada en el dato.
Hoy, la transparencia se ha convertido en un requisito básico. Las nuevas normativas exigen que toda afirmación ambiental o social esté respaldada por datos verificables.
No se trata solo de comunicar buenas intenciones, sino de mostrar evidencias concretas sobre cómo se gestiona el impacto real de la empresa.
Cumplir con este principio no es únicamente una cuestión legal, sino también una forma de generar confianza y diferenciación frente a competidores que aún operan sin una base sólida de datos.
La lucha contra el greenwashing gira en torno a una idea clave: sin datos, no hay credibilidad. Por eso, las organizaciones necesitan recopilar y estructurar toda su información ESG de manera sistemática.
Desde facturas, consumos, proveedores o viajes de negocio, hasta información sobre empleados o materiales, todo cuenta.
Con una base de datos ESG centralizada, podemos medir, analizar y reutilizar la información en distintos marcos: EINF, CSRD, Taxonomía, SBTi o ISOs.
Cada afirmación que hagamos sobre nuestro impacto debe poder rastrearse hasta la fuente de los datos.
Las normativas actuales piden coherencia, consistencia y documentación, lo que implica tener un flujo claro entre lo que medimos y lo que comunicamos.
Esto evita inconsistencias entre los informes y los mensajes públicos, algo que las autoridades están vigilando de cerca.
En la práctica, significa tener procesos de verificación interna y controles de calidad que garanticen la exactitud de los resultados.
Los mensajes genéricos o absolutos ya no son válidos. Las regulaciones actuales buscan eliminar expresiones vagas o promesas difíciles de comprobar. Es fundamental acotar el alcance de cada mensaje y mostrar el contexto de los resultados.
En lugar de comunicar grandes compromisos, debemos centrarnos en hechos concretos y medibles.
Esto facilita la comprensión y evita interpretaciones erróneas que pueden derivar en sanciones o pérdida de reputación.
Cada vez más empresas están entendiendo que medir su impacto ESG no es un trámite, sino una ventaja competitiva.
Los clientes, los inversores y las cadenas de suministro valoran los datos reales y las evidencias medibles.
Quienes no midan ni gestionen su información ESG quedarán fuera del mercado, porque la sostenibilidad ya es un factor clave de competitividad.
Integrar la gestión ESG en la estrategia corporativa nos permite anticiparnos a la regulación y adaptarnos sin fricciones.
Cumplir con los nuevos marcos regulatorios no tiene por qué implicar procesos lentos o complejos.
Hoy es posible automatizar la recopilación, el análisis y la distribución de datos ESG para reducir errores y acelerar el reporting.
Desde nuestra experiencia, no somos auditores ni consultores, sino una solución diseñada para que las empresas midan y gestionen su impacto con agilidad y precisión. Con una infraestructura de datos bien montada, cumplir con cualquier normativa deja de ser una carga y se convierte en un proceso continuo y controlado.
Las normativas contra el greenwashing no buscan penalizar, sino impulsar una economía basada en información real y comparable.
Quienes midan con rigor estarán en posición de demostrar su valor y participar en licitaciones, cadenas de suministro y programas europeos de financiación.
En definitiva, medir, verificar y comunicar con datos ESG es la base para cumplir con la regulación y mantener la competitividad.
Las empresas que adopten este enfoque estarán preparadas para cualquier cambio normativo y podrán transformar la sostenibilidad en una ventaja estratégica real.
Cuando hablamos de greenwashing, nos referimos a aquellas prácticas en las que una empresa intenta proyectar una imagen de sostenibilidad sin tener datos que la respalden.
Es decir, comunica más de lo que realmente hace.
Esto ocurre cuando se lanzan mensajes o promesas que no están sustentados en información verificable, como reducciones de impacto que no pueden medirse o compromisos futuros sin una base metodológica clara.
El problema no es solo reputacional. Estas prácticas distorsionan la competencia y generan desconfianza entre clientes, inversores y reguladores.
Por eso, las nuevas leyes están endureciendo los requisitos sobre cómo deben justificarse las declaraciones ambientales y sociales.
Identificar el greenwashing dentro de una organización empieza por una pregunta sencilla: ¿podemos demostrar con datos reales todo lo que decimos?
Si la respuesta es no, es momento de estructurar la información ESG y convertir las intuiciones en métricas.
Las empresas que lo hacen ganan control, visibilidad y credibilidad.
Quienes no lo hagan se enfrentan a un escenario cada vez más exigente, en el que solo la transparencia y los datos trazables garantizan confianza.
Las nuevas normativas contra el greenwashing no surgen por casualidad.
Responden a una realidad: durante años, muchas organizaciones han comunicado objetivos ambientales sin evidencia, sin sistemas de medición y sin control de calidad de datos.
Ahora, la regulación exige algo tan simple como lógico: si comunicas, demuéstralo. Cada afirmación sobre impacto, reducción o neutralidad debe apoyarse en métodos reconocidos y datos verificables.
No se trata de añadir burocracia, sino de garantizar que todas las empresas midan con las mismas reglas del juego.
Este cambio tiene un efecto positivo en todo el mercado.
Las compañías que cuentan con información ESG bien estructurada pueden cumplir normativas con agilidad, anticiparse a auditorías y generar informes válidos para distintos marcos regulatorios como CSRD, SBTi, EINF, Taxonomía o certificaciones ISO.
Aquí es donde entramos nosotros. No somos auditores ni consultores, sino una solución para empresas que necesitan gestionar sus datos ESG de forma fiable, automatizada y escalable.
Nuestro enfoque parte del dato: recopilamos toda la información relevante y la transformamos en métricas que pueden utilizarse en cualquier caso de uso, sin duplicar esfuerzos ni procesos.
En definitiva, las normativas están ganando fuerza porque el mercado necesita confianza, trazabilidad y consistencia.
La sostenibilidad ya no se mide por las promesas, sino por los resultados. Y eso solo es posible si contamos con una base sólida de datos que respalde cada decisión y cada comunicación.
Las normativas contra el greenwashing están marcando un antes y un después en la forma en que las empresas deben gestionar y comunicar su información ESG.
Ya no basta con tener buenas intenciones; las instituciones europeas y globales exigen datos verificables, trazabilidad y coherencia entre lo que se mide y lo que se comunica.
El objetivo de este nuevo marco normativo es claro: homogeneizar la forma en que las compañías reportan su desempeño ambiental, social y de gobernanza.
Todas las empresas, sin importar su tamaño o sector, deben adaptarse a un sistema basado en evidencias, no en declaraciones.
La CSRD (Corporate Sustainability Reporting Directive) es la pieza central de la regulación europea.
Exige que las empresas midan, gestionen y reporten su información ESG con el mismo rigor con el que presentan sus estados financieros.
Esta directiva introduce el concepto de doble materialidad, lo que significa analizar tanto cómo afecta la empresa al entorno como cómo impactan los factores ESG en su negocio.
Para cumplirla, es imprescindible contar con datos bien estructurados y metodologías alineadas con estándares reconocidos, como las normas ESRS o las ISO aplicables.
La CSDDD (Corporate Sustainability Due Diligence Directive) amplía la responsabilidad de las empresas más allá de sus propias operaciones.
Su finalidad es garantizar que los impactos sociales y ambientales se controlen también en la cadena de suministro, desde los proveedores hasta la distribución.
Esto implica que ya no vale limitarse a reportar emisiones internas o políticas de sostenibilidad corporativa.
Las compañías deben demostrar que evalúan y mitigan riesgos ESG en todas las fases de su actividad, y que los datos utilizados son coherentes, actualizados y verificables.
Aunque aún en proceso de consolidación, la Directiva Green Claims tiene un objetivo directo: acabar con las afirmaciones ambientales engañosas.
Esta normativa obligará a las empresas a justificar cada declaración ambiental con evidencias medibles, verificadas por terceros y accesibles al público.
En la práctica, esto significa que expresiones como “impacto neutro” o “producto sostenible” solo podrán usarse si existen datos auditables y metodologías reconocidas que las respalden.
Las sanciones por incumplimiento serán cada vez más severas, lo que convierte la trazabilidad de los datos ESG en una prioridad estratégica.
Fuera de Europa, marcos como el ISSB, los estándares GRI o las recomendaciones del TCFD siguen avanzando hacia un principio común: la estandarización y verificación del dato ESG.
Todo apunta a una convergencia global en la que los informes de sostenibilidad serán comparables, consistentes y basados en evidencia cuantitativa.
En este escenario, la recopilación y gestión de la información ESG deja de ser un ejercicio administrativo y pasa a ser una herramienta esencial para demostrar cumplimiento, anticiparse a riesgos y mantener la competitividad.
Desde nuestra perspectiva, no somos auditores ni consultores, sino una solución tecnológica diseñada para ayudar a las empresas a medir, estructurar y reportar sus datos ESG en cualquier marco normativo.
Automatizamos la recopilación de información y la adaptamos a diferentes estándares,CSRD, CSDDD, SBTi, ISO o Taxonomía Europea—, evitando duplicidades y simplificando todo el proceso.
En definitiva, las principales normativas contra el greenwashing están impulsando una transformación de fondo: la sostenibilidad deja de ser una narrativa para convertirse en un sistema de gestión basado en datos reales.
Quien mida y gestione bien su información estará preparado para cumplir con cualquier regulación y aprovechar las oportunidades que nacen de esta nueva economía del dato.
Las normativas contra el greenwashing están transformando por completo la forma en que las empresas comunican su desempeño en sostenibilidad.
Ya no se trata de redactar un informe atractivo, sino de construir un relato basado en datos reales, verificables y trazables.
Hoy, cada afirmación relacionada con el impacto ambiental, social o de gobernanza debe poder demostrarse con evidencia.
Esto implica que el reporting ESG ya no puede ser un documento aislado, sino el resultado de un proceso continuo de recopilación, análisis y verificación de datos.
Estas normativas obligan a las compañías a conectar la información que antes estaba dispersa: desde la huella de carbono y el consumo energético hasta los indicadores sociales y de gobernanza.
Todo debe estar estructurado y respaldado con fuentes concretas, algo que requiere un cambio cultural y tecnológico dentro de las organizaciones.
A partir de ahora, las empresas que no cuenten con sistemas sólidos de gestión ESG se verán limitadas.
Sin datos confiables, será imposible cumplir con los marcos de reporting exigidos por regulaciones como la CSRD o la CSDDD, y tampoco podrán responder a clientes, inversores o licitaciones que demandan información clara y verificable.
En cambio, quienes adopten un enfoque basado en datos podrán reportar con consistencia, generar informes en diferentes formatos y cumplir varios marcos regulatorios a partir de una misma fuente de información.
Esta eficiencia es clave para ganar agilidad y reducir costes en el proceso de cumplimiento.
Desde nuestra experiencia, no somos auditores ni consultores, somos una solución tecnológica diseñada para que las empresas recopilen toda su información ESG de forma automática, sin duplicar esfuerzos.
Nuestro objetivo es que cada dato tenga un propósito y pueda utilizarse en cualquier caso de uso, ya sea un informe CSRD, un plan SBTi, una certificación ISO o una evaluación de taxonomía europea.
En definitiva, las nuevas normativas nos empujan hacia una comunicación más rigurosa, coherente y basada en evidencias.
No es un cambio de forma, sino de fondo: las empresas que gestionen bien sus datos ESG podrán comunicar con credibilidad y convertir la sostenibilidad en una verdadera ventaja competitiva.
El primer gran reto es la complejidad regulatoria. Las directivas europeas están elevando el nivel de exigencia, y adaptarse requiere tiempo y precisión.
Pero este reto también supone una oportunidad: las empresas que centralicen y automaticen sus datos ESG no solo cumplirán con la ley, sino que ganarán eficiencia y control sobre su información.
Contar con una base de datos unificada permite medir, actualizar y reportar sin duplicidades, reduciendo errores y tiempos de validación. Es el paso lógico hacia una gestión más inteligente y competitiva.
La transparencia se ha convertido en un estándar. Las empresas ya no pueden comunicar una cosa en marketing y otra en sus informes.
Las normativas contra el greenwashing exigen coherencia total entre lo que se dice y lo que se demuestra.
Esto puede parecer una carga, pero también es una oportunidad para reforzar la credibilidad. Las compañías que comuniquen con datos precisos se posicionarán mejor frente a clientes, inversores y administraciones.
Uno de los mayores desafíos es la gestión manual de la información ESG, que genera inconsistencias y retrasa los procesos de reporting.
La automatización permite recopilar datos desde múltiples fuentes y transformarlos en información útil en tiempo real.
Ahí es donde entra nuestra propuesta: no somos auditores ni consultores, sino una solución diseñada para simplificar la gestión ESG de cualquier empresa.
Recopilamos todos los datos relevantes y los distribuimos de forma automática según las necesidades del negocio: EINF, CSRD, SBTi, ISO o Taxonomía Europea.
Gracias a esta estructura, el cumplimiento deja de ser un ejercicio puntual y se convierte en un proceso continuo, integrado en la operativa diaria de la empresa.
El último gran cambio es de mentalidad. Las normativas ya no deben verse solo como una carga legal, sino como una palanca estratégica.
Cumplir con ellas significa estar preparado para acceder a nuevas oportunidades de negocio, financiación y colaboración.
Las empresas que midan y gestionen su impacto ESG con rigor estarán en mejor posición para competir en mercados más exigentes, anticiparse a los cambios regulatorios y demostrar que su sostenibilidad se basa en hechos, no en declaraciones.
En resumen, las normativas contra el greenwashing no son un obstáculo, sino una oportunidad para profesionalizar la gestión ESG.
Quienes adopten un enfoque basado en datos darán un paso adelante hacia una sostenibilidad medible, eficiente y competitiva.
Las normativas contra el greenwashing han dejado claro que la transparencia ya no es opcional. Hoy, cualquier empresa que comunique su impacto debe poder demostrarlo con datos fiables y trazables.
La diferencia entre una afirmación creíble y una vacía está en la calidad y consistencia de la información que la respalda.
Los datos ESG son el núcleo de esa transparencia. Nos permiten entender con precisión qué está ocurriendo en cada parte del negocio, desde el consumo energético hasta las emisiones indirectas o los indicadores sociales y de gobernanza.
Sin una base sólida de datos, cualquier mensaje pierde peso y puede convertirse en un riesgo reputacional y regulatorio.
Además, los nuevos marcos normativos no solo piden comunicar resultados, sino verificar y justificar cada dato que se publique.
Esto implica contar con sistemas que recopilen información desde múltiples fuentes, la normalicen y la validen para garantizar su fiabilidad.
En este punto, la trazabilidad deja de ser un concepto técnico y se convierte en una exigencia estratégica.
Cuando una empresa dispone de datos consistentes y verificables, puede reportar con confianza y adaptar esa misma información a diferentes normativas como CSRD, SBTi, Taxonomía Europea o certificaciones ISO.
Lo importante no es generar más informes, sino aprovechar una misma base de datos para cubrir múltiples casos de uso sin duplicar esfuerzos.
Disponer de un sistema así permite pasar de un modelo reactivo,en el que solo se mide cuando llega una auditoría o una licitación, a un modelo proactivo, donde la información ESG está integrada en la toma de decisiones y se actualiza en tiempo real.
Eso es lo que realmente significa demostrar transparencia y compromiso: gestionar con datos, no con declaraciones.
Desde nuestra experiencia, no somos auditores ni consultores, sino una solución tecnológica para empresas que necesitan estructurar y automatizar su información ESG.
Recopilamos los datos, los validamos y los distribuimos automáticamente en los distintos marcos regulatorios, eliminando errores y acelerando el cumplimiento.
La transparencia ya no se consigue a base de promesas, sino de información verificable y bien gestionada.
Las empresas que entiendan esto serán las que lideren el cambio hacia un modelo de reporting más riguroso, eficiente y competitivo.
La tecnología es hoy el factor que marca la diferencia entre cumplir con la regulación o quedarse atrás.
Las herramientas digitales permiten automatizar la recopilación de datos ESG, reducir errores y aumentar la trazabilidad de cada indicador.
Gracias a la automatización, podemos integrar fuentes internas y externas,facturación, consumo energético, viajes de negocio, materiales o proveedores, sin depender de procesos manuales ni hojas de cálculo dispersas.
Esto permite pasar del caos de los datos a un sistema ordenado, auditable y reutilizable.
La digitalización también facilita el control de calidad y la verificación continua.
Cada dato queda asociado a su origen, fecha y categoría, lo que permite demostrar fácilmente su validez ante cualquier revisión o auditoría.
Además, los algoritmos de análisis ayudan a detectar inconsistencias, mejorar estimaciones y mantener actualizada la información ESG en tiempo real.
En nuestro caso, ofrecemos una solución que simplifica todo este proceso. No somos auditores ni consultores; somos una plataforma que conecta, analiza y transforma los datos ESG en información lista para reportar.
Nuestro enfoque es claro: una sola fuente de verdad para todos los marcos normativos.
La combinación de datos precisos y tecnología avanzada permite a las empresas cumplir con las normativas sin fricción, ganar eficiencia y comunicar con credibilidad.
La transparencia deja de ser una obligación y se convierte en una ventaja competitiva, porque quien mide y demuestra con datos, siempre va un paso por delante.
En un entorno en el que las normativas contra el greenwashing exigen rigor y trazabilidad, las empresas necesitan herramientas que les permitan gestionar sus datos ESG con precisión y sin complejidad.
En nuestro caso, entendemos que la clave no está en añadir más procesos, sino en automatizar la recopilación, verificación y uso de la información ESG para que cada dato cuente.
No somos auditores ni consultores, somos una solución tecnológica diseñada para que cualquier empresa pueda medir, gestionar y comunicar su impacto ESG de forma fiable.
Nuestra plataforma recopila toda la información relevante,desde consumos, facturas o viajes de negocio hasta indicadores sociales o de gobernanza, y la transforma en datos estructurados, listos para cualquier caso de uso.
El valor está en la fiabilidad y la consistencia.
Con una única fuente de información, las empresas pueden adaptar sus datos a distintos marcos regulatorios sin duplicar esfuerzos ni perder tiempo en ajustes manuales.
Ya sea un informe CSRD, un EINF, una certificación ISO, una evaluación de Taxonomía Europea o un plan SBTi, los datos se distribuyen de forma automática según el formato y las necesidades de cada normativa.
Además, nuestro enfoque está centrado en el control del dato.
Cada información que entra en el sistema se verifica, clasifica y audita internamente para evitar errores, omisiones o dobles cómputos.
Así garantizamos que los resultados que se reportan sean trazables y defendibles ante cualquier revisión regulatoria o auditoría externa.
Con este modelo, las empresas no solo cumplen, sino que ganan independencia, agilidad y credibilidad.
Disponer de datos verificados permite comunicar con confianza, evitar riesgos reputacionales y anticiparse a los cambios normativos.
En definitiva, medimos lo que importa para que cada compañía pueda demostrar con hechos su desempeño ESG, no con declaraciones.
Creemos firmemente que la transparencia basada en datos será el factor que definirá a las empresas más competitivas de los próximos años.
La capacidad de demostrar, no solo de afirmar, marcará la diferencia entre las organizaciones que lideran y las que se quedan atrás.
Nuestra visión parte de una idea sencilla: la sostenibilidad solo puede gestionarse si se mide con datos reales.
Por eso apostamos por un modelo en el que la información ESG no se trate como un informe anual, sino como un activo estratégico que aporta valor al negocio.
Cuando una empresa tiene sus datos ESG centralizados, verificados y listos para usar, puede responder con rapidez a clientes, inversores y reguladores, y además tomar decisiones informadas sobre eficiencia, impacto y cumplimiento.
Esa capacidad de actuar sobre la información es lo que convierte la sostenibilidad en una palanca de competitividad, no en una obligación.
Nuestro objetivo es que cada organización tenga el control total de su información ESG. Desde Dcycle ayudamos a que medir, reportar y cumplir deje de ser un proceso complejo y se convierta en algo natural, automatizado y útil para el negocio.
Porque en un mercado que exige rigor y transparencia, la fiabilidad de los datos no es solo una cuestión de cumplimiento, sino una ventaja competitiva real.
Las nuevas normativas contra el greenwashing consideran engañoso cualquier mensaje o declaración que no pueda demostrarse con datos verificables.
Esto incluye afirmaciones genéricas sobre sostenibilidad, objetivos sin respaldo metodológico o comparativas sin contexto.
En esencia, se trata de evitar comunicar más de lo que realmente se puede probar, garantizando que toda información esté basada en evidencias medibles y trazables.
El objetivo no es penalizar la comunicación, sino asegurar que las empresas hablen con datos, no con promesas.
Por eso, tener una base sólida de información ESG es esencial para respaldar cualquier mensaje o compromiso público.
Las principales normas que regulan la comunicación ESG en Europa son la CSRD (Corporate Sustainability Reporting Directive), la CSDDD (Corporate Sustainability Due Diligence Directive) y la Directiva Green Claims.
Todas ellas comparten una idea central: reforzar la transparencia y la verificación de la información ESG.
Estas normas exigen que las empresas midan y reporten su impacto siguiendo métodos reconocidos y consistentes, y que cualquier afirmación ambiental esté respaldada por datos auditables.
En conjunto, conforman el nuevo marco europeo de reporting y comunicación responsable, que busca erradicar las declaraciones engañosas y elevar el estándar de calidad de los datos empresariales.
Para demostrar la veracidad de los datos ESG, es necesario recopilar la información desde su origen, mantener una trazabilidad clara y utilizar metodologías normalizadas.
Cada dato debe tener una fuente, un periodo y una categoría bien definida.
El proceso implica estructurar la información de forma que pueda reutilizarse en distintos marcos normativos, sin necesidad de rehacer cálculos ni informes.
Cuando los datos están bien organizados, las empresas pueden mostrar con facilidad la evidencia detrás de cada indicador y responder con confianza ante clientes, inversores o reguladores.
Las verificaciones externas son un complemento importante dentro del nuevo marco normativo.
Su función es garantizar la independencia y la fiabilidad de los datos reportados, confirmando que las metodologías aplicadas son correctas y los resultados coherentes.
Sin embargo, el primer paso siempre debe ser interno: tener los datos bien estructurados y validados desde el origen.
Las auditorías solo aportan valor cuando la información ya está organizada y respaldada por evidencias.
Por eso, el reto principal no es tanto pasar la auditoría, sino construir un sistema de datos sólido y trazable que la haga posible.
Una plataforma ESG facilita que las empresas puedan centralizar, automatizar y verificar toda su información ambiental, social y de gobernanza desde un único lugar.
Al estructurar los datos de forma coherente, permite generar informes alineados con distintas normativas,CSRD, CSDDD, ISO, SBTi o Taxonomía Europea, sin duplicar trabajo ni perder precisión.
En nuestro caso, no somos auditores ni consultores, somos una solución para empresas que necesitan medir y gestionar su impacto ESG con rigor y eficiencia.
Recopilamos todos los datos, aplicamos controles de calidad automáticos y los transformamos en información lista para reportar o comunicar con confianza.
De esta forma, ayudamos a que el cumplimiento deje de ser un proceso reactivo y se convierta en una gestión continua basada en datos fiables.
Cumplir con las normativas contra el greenwashing no solo es más sencillo, sino que además permite demostrar transparencia, reducir riesgos y ganar competitividad en el mercado.

Carbon footprint calculation analyzes all emissions generated throughout a product’s life cycle, including raw material extraction, production, transportation, usage, and disposal.
The most recognized methodologies are:
Digital tools like Dcycle simplify the process, providing accurate and actionable insights.
Some strategies require initial investment, but long-term benefits outweigh costs.
Investing in carbon reduction is not just an environmental action, it’s a smart business strategy.