Estos son los 10 mejores software para cumplir con la Taxonomía Europea
Hablemos de la Taxonomía Europea y su papel en las finanzas sostenibles
Qué exige el Artículo 8 del Reglamento de Taxonomía
Cómo ayuda un software de Taxonomía UE a cumplir con las obligaciones
Qué debe tener un buen software para Taxonomía Europea
Dcycle: la solución ESG que simplifica el cumplimiento de la Taxonomía Europea
Preguntas Frecuentes (FAQs)

Estos son los 10 mejores software para cumplir con la Taxonomía Europea en 2025:
Cumplir con la Taxonomía Europea se ha convertido en un reto para muchas empresas que deben clasificar y reportar sus actividades de forma precisa.
Contar con un software para cumplir con la Taxonomía Europea permite automatizar la recopilación de datos, aplicar los criterios técnicos y generar indicadores financieros con trazabilidad y coherencia. Todo ello sin depender de plantillas manuales ni procesos dispersos.
Esta normativa exige demostrar con datos verificables cómo las operaciones de una empresa contribuyen de forma sustancial a los objetivos ambientales, sin causar perjuicio significativo y cumpliendo las salvaguardas mínimas.
Por eso, centralizar la información ESG es el primer paso para poder alinear ingresos, CapEx y OpEx con la Taxonomía y facilitar la verificación posterior.
En la práctica, las empresas que ya miden y gestionan sus datos ESG son las que están mejor preparadas para adaptarse a la regulación y aprovecharla como ventaja competitiva.
A lo largo de este artículo veremos cómo estructurar el reporting, qué criterios aplicar y qué herramientas facilitan su cumplimiento, de forma sencilla, trazable y escalable.
Dcycle es una solución SaaS de gestión de sostenibilidad creada para que las empresas puedan recopilar, estructurar y reportar sus datos ESG sin depender de hojas de cálculo ni consultoras externas.
No somos auditores ni asesores, sino una plataforma diseñada para empresas que buscan cumplir con la Taxonomía Europea, la CSRD o los ESRS de forma automatizada, sencilla y trazable.
Con Dcycle, todos los datos ESG se integran en un único entorno, facilitando la identificación de actividades elegibles y alineadas con los criterios de la Taxonomía Europea.
El sistema calcula automáticamente los KPIs de ingresos, CapEx y OpEx, aplicando los criterios técnicos (TSC) y manteniendo la trazabilidad necesaria para auditoría y marcado digital.
Además, la misma información se puede reutilizar en otros marcos normativos o certificaciones, como el EINF, SBTi o ISO, evitando duplicidades y garantizando la coherencia entre los distintos informes.
De esta forma, se centraliza toda la información ESG de la empresa en un solo punto, ahorrando tiempo y reduciendo errores.
Dcycle permite exportar la información en formato XBRL, incorporar alertas de calidad de datos y mantener control total sobre la evolución de indicadores y métricas clave. Todo ello con un enfoque claro: convertir el cumplimiento normativo en una palanca estratégica que impulse la competitividad y la eficiencia de la organización.
Principales ventajas de Dcycle:
En resumen, Dcycle es la solución ideal para empresas que quieren pasar de cumplir por obligación a gestionar su sostenibilidad como una ventaja competitiva real.
Greenly es una plataforma digital de gestión de huella de carbono pensada para empresas que quieren empezar a medir y gestionar sus datos ESG de forma ágil.
Su enfoque se centra en la recopilación automatizada de datos de consumo, energía y movilidad, facilitando la estimación de emisiones de Alcance 1, 2 y 3.
La herramienta permite mapear actividades y gastos con los criterios de la Taxonomía Europea, generando informes básicos que ayudan a identificar qué operaciones son elegibles o alineadas.
Aunque su alcance técnico es más limitado, resulta útil para empresas que están dando sus primeros pasos en reporting ESG.
Destacamos de Greenly:
Persefoni es un software de contabilidad de carbono de nivel corporativo, orientado a compañías que necesitan cumplir con marcos regulatorios complejos y generar reporting climático avanzado.
Su principal fortaleza está en la capacidad de integrar grandes volúmenes de datos y calcular la huella de carbono conforme a estándares reconocidos, además de ofrecer herramientas de simulación y análisis financiero vinculado al desempeño ESG.
Aspectos clave de Persefoni:
Watershed combina la medición de emisiones con la gestión continua del desempeño ESG en una interfaz unificada.
Permite automatizar la recopilación de datos de sostenibilidad y alinear resultados con los requisitos de la Taxonomía Europea, CSRD o SBTi, ofreciendo trazabilidad completa desde la fuente hasta el indicador.
Su propuesta destaca por ofrecer una visión consolidada del progreso de la empresa, conectando indicadores operativos con decisiones estratégicas. También incluye funciones de colaboración interna y validación de datos.
Puntos fuertes de Watershed:
Workiva es una plataforma de orquestación de reporting empresarial que permite conectar información financiera, operativa y ESG dentro de un mismo flujo de trabajo.
Su mayor valor está en la gestión integrada de controles, trazabilidad y auditoría interna, algo clave para el cumplimiento de la Taxonomía Europea y la CSRD.
La herramienta ayuda a consolidar datos dispersos y automatizar procesos de revisión, eliminando errores manuales en informes y facilitando el trabajo conjunto entre sostenibilidad, finanzas y cumplimiento normativo.
Ventajas principales de Workiva:
Estas soluciones representan diferentes enfoques y niveles de madurez tecnológica, pero todas comparten un mismo objetivo: facilitar el cumplimiento de la Taxonomía Europea y el reporting ESG de forma eficiente, trazable y alineada con las exigencias regulatorias actuales.
StepChange se centra en la descarbonización práctica con flujos guiados. Nos ayuda a recopilar datos relevantes, fijar hojas de ruta y conectar acciones con indicadores alineados con la Taxonomía Europea.
Es útil cuando queremos pasar rápido de diagnóstico a ejecución.
Integra tareas, responsables y plazos, de modo que podemos priorizar medidas por impacto y coste. Así mantenemos coherencia entre lo que medimos, lo que reportamos y lo que ejecutamos en el plan anual.
En breve:
Futureproof ofrece una configuración ágil y un enfoque claro para empresas mid-market que necesitan ordenar su ESG sin complejidad inicial.
Nos permite centralizar información, crear indicadores básicos y generar salidas útiles para CSRD y Taxonomía.
Su punto fuerte es la simplicidad operativa. Podemos empezar rápido, validar el modelo de datos y escalar cuando el volumen crezca o los requisitos se vuelvan más técnicos.
En breve:
Emitwise está orientado a cadena de suministro y Scope 3, ideal cuando necesitamos trazabilidad con proveedores y una mejor calidad de factores de emisión.
Ayuda a mapear categorías y a mejorar estimaciones con datos primarios.
Para la Taxonomía Europea, facilita vincular gastos e inversiones a actividades y documentar supuestos, algo clave cuando consolidamos información de múltiples filiales y proveedores.
En breve:
VelocityEHS integra EHS y ESG en un mismo entorno.
Nos aporta gestión de riesgos, incidentes y cumplimiento, conectando la operativa con el reporting. Es valioso cuando ya existen procesos EHS y queremos unificar datos.
Permite trazabilidad desde el dato operativo hasta el KPI de Taxonomía, con controles y evidencias para auditoría interna y externa.
En breve:
Cority es una suite EHS/ESG con foco en gobierno del dato, permisos y control de cambios.
Nos ayuda a normalizar información, mantener históricos y asegurar que cada indicador tiene su origen y versión.
Para Taxonomía Europea, resulta útil en grupos con múltiples sites, donde necesitamos convergencia de criterios, plantillas comunes y consistencia en los supuestos.
En breve:
La Taxonomía Europea es uno de los pilares del nuevo marco regulatorio que busca ordenar la información sobre sostenibilidad y hacerla comparable entre empresas y sectores.
Su objetivo no es crear una etiqueta ni un sello, sino establecer un lenguaje común que permita a inversores, entidades financieras y empresas entender qué actividades son sostenibles según criterios ESG.
Para las compañías, conocer y aplicar esta clasificación ya no es opcional.
Es una pieza central del reporting regulatorio bajo la CSRD y los ESRS, y forma parte del conjunto de indicadores que los inversores utilizan para evaluar la posición y el riesgo de cada empresa. Entenderla y aplicarla bien es clave para cumplir con las obligaciones normativas y mantener competitividad en el mercado.
La Taxonomía Europea es un sistema de clasificación de actividades económicas desarrollado por la Unión Europea.
Su finalidad es determinar qué actividades contribuyen realmente a los objetivos ambientales del bloque europeo y garantizar que los flujos de inversión se dirijan hacia actividades con impacto positivo y medible.
A nivel práctico, nos sirve para identificar, calcular y reportar qué parte de nuestros ingresos, inversiones (CapEx) y gastos operativos (OpEx) son elegibles o alineados con los criterios técnicos definidos por la normativa.
Este análisis es esencial para elaborar los informes exigidos por el artículo 8 del Reglamento de Taxonomía, que deben integrarse en los informes anuales o de sostenibilidad de la empresa.
Aplicarla correctamente implica tener datos bien estructurados, trazables y verificables. Por eso, contar con una solución que centralice toda la información ESG y la adapte a los distintos marcos normativos (CSRD, ESRS, SBTi, ISOs, etc.) es fundamental para cumplir sin esfuerzo y con garantías.
La Taxonomía se basa en un esquema claro que combina objetivos ambientales, criterios técnicos y principios de gobernanza.
Cada actividad económica debe evaluarse de acuerdo con este marco para determinar si puede considerarse alineada o no.
Este sistema se articula en cuatro elementos principales que marcan el proceso de evaluación y reporte: los seis objetivos medioambientales, los criterios técnicos de selección (TSC), el principio de no causar perjuicio significativo (DNSH) y las salvaguardas mínimas.
La Taxonomía identifica seis objetivos ambientales que cubren todas las áreas clave de impacto empresarial.
Estos son: mitigación del cambio climático, adaptación al cambio climático, uso sostenible del agua y los recursos marinos, transición hacia una economía circular, prevención y control de la contaminación y protección y restauración de la biodiversidad y los ecosistemas.
Para que una actividad sea alineada, debe contribuir de manera sustancial a uno o varios de estos objetivos, siempre bajo criterios técnicos definidos por la Comisión Europea.
Los criterios técnicos de selección, o TSC, definen en detalle qué condiciones debe cumplir una actividad para considerarse alineada con la Taxonomía.
Estos criterios varían según el sector y el objetivo ambiental, e incluyen valores límite, metodologías de cálculo y requisitos de rendimiento ambiental o energético.
La Comisión Europea publica estos criterios a través de Actos Delegados, que se actualizan periódicamente para incorporar nuevas actividades o ajustar los parámetros existentes.
Aplicarlos correctamente exige un análisis detallado de datos y procesos, algo que puede automatizarse cuando se cuenta con un sistema que integra la información de distintas fuentes internas.
Además de contribuir de forma sustancial a un objetivo ambiental, una actividad no puede causar un perjuicio significativo a los demás objetivos.
Este es el principio DNSH (Do No Significant Harm).
Para demostrarlo, debemos evaluar los impactos indirectos y asegurar que nuestras operaciones, productos o servicios no generan daños relevantes en otros ámbitos ambientales.
Esto implica disponer de indicadores transversales y trazabilidad completa que nos permitan justificar las decisiones y los supuestos utilizados en el cálculo.
Por último, toda actividad alineada debe cumplir las llamadas salvaguardas mínimas, que hacen referencia a principios de gobernanza responsable, derechos humanos y normas laborales básicas establecidas por la OCDE, la ONU y la OIT.
En la práctica, esto significa que las empresas deben demostrar coherencia entre su gestión ESG y sus políticas internas de cumplimiento y control, manteniendo registros que garanticen que los procesos cumplen con estos principios.
Estas salvaguardas no son un simple requisito formal: aseguran la integridad del sistema y la credibilidad del reporting, permitiendo que la información declarada bajo la Taxonomía tenga valor ante auditores, inversores y autoridades.
En conjunto, entender y aplicar correctamente estos cuatro componentes es esencial para cumplir con la Taxonomía Europea de manera estructurada, verificable y estratégica, y sobre todo, para integrar la sostenibilidad como una palanca real de competitividad y eficiencia empresarial.
El Artículo 8 del Reglamento de Taxonomía Europea define cómo deben informar las empresas sobre la proporción de su actividad que es elegible o alineada con los criterios de sostenibilidad establecidos por la Comisión Europea.
Su finalidad es garantizar transparencia, trazabilidad y comparabilidad entre organizaciones, permitiendo a inversores y autoridades entender con claridad qué parte del negocio contribuye a los objetivos ambientales de la UE.
En la práctica, este artículo convierte la sostenibilidad en una cuestión medible y comparable. Exige que las empresas sean capaces de vincular sus datos financieros con los criterios técnicos definidos en los actos delegados y demostrar con evidencias qué operaciones cumplen los requisitos.
Las empresas deben reportar tres indicadores financieros clave (KPIs): ingresos (turnover), CapEx (inversiones de capital) y OpEx (gastos operativos).
Cada KPI debe mostrar qué parte del total corresponde a actividades elegibles y alineadas con la Taxonomía.
De este modo, los reguladores pueden comparar la contribución de cada empresa a los objetivos climáticos y ambientales en términos de actividad económica.
Para hacerlo correctamente, es esencial conectar los datos financieros con la estructura de actividades definida por la Taxonomía, aplicar los criterios técnicos (TSC) correspondientes y conservar la trazabilidad de los cálculos.
Un dato mal clasificado puede alterar los porcentajes finales, por lo que la consistencia en la recopilación y el control del dato es fundamental.
Una actividad elegible es aquella que aparece en la lista oficial de la Taxonomía y puede contribuir potencialmente a los objetivos ambientales.
Sin embargo, eso no significa que cumpla todos los criterios técnicos o de gobernanza.
Una actividad alineada, en cambio, sí cumple los criterios técnicos de selección (TSC), el principio de no causar perjuicio significativo (DNSH) y las salvaguardas mínimas. Solo estas pueden incluirse en los indicadores finales como contribución efectiva.
Por eso, las empresas deben analizar cuidadosamente cada línea de negocio, determinar su grado de elegibilidad y avanzar progresivamente hacia la alineación mediante mejoras técnicas o de gobernanza.
El cumplimiento del Artículo 8 requiere una estructura sólida de datos ESG y financieros, además de procesos que aseguren coherencia entre los distintos informes.
Para preparar el reporting anual, conviene seguir una metodología clara:
Una buena preparación del dato no solo permite cumplir con la Taxonomía, sino también alimentar automáticamente otros marcos normativos como la CSRD o los ESRS, reduciendo el esfuerzo de reporting y asegurando consistencia en todos los informes.
El marco de la Taxonomía Europea ha ido evolucionando a través de distintos actos delegados, que amplían y afinan los criterios técnicos. Conocer su secuencia ayuda a entender cómo aplicar correctamente el Artículo 8.
2021: Acto Delegado Climático
Establece los primeros criterios técnicos para los objetivos de mitigación y adaptación al cambio climático.
2022: Acto Delegado Complementario
Incluye, bajo condiciones muy específicas, determinadas actividades relacionadas con gas y energía nuclear dentro del marco de transición.
2023: Acto Delegado Ambiental
Amplía la Taxonomía a los cuatro objetivos restantes: agua, economía circular, contaminación y biodiversidad, e introduce ajustes técnicos y de redacción en los textos anteriores.
2025: Paquete de simplificación (aplicación desde 2026)
Lanza una revisión normativa enfocada en reducir la carga administrativa y simplificar las divulgaciones sin perder precisión técnica.
Este paquete pretende facilitar el cumplimiento, especialmente para empresas medianas y grupos con estructuras complejas.
Comprender esta evolución es clave para planificar bien el reporting.
Las organizaciones que estructuren su información ESG con visión a largo plazo estarán mejor preparadas para cumplir con el Artículo 8 y convertir la sostenibilidad en una palanca estratégica de competitividad y transparencia.
La Taxonomía Europea no es una norma aislada.
Forma parte del conjunto regulatorio que está definiendo cómo las empresas y los fondos deben medir, reportar y demostrar con datos su desempeño ESG.
Su integración con la CSRD, los ESRS y la SFDR crea un sistema único donde toda la información de sostenibilidad debe estar conectada y trazable.
El objetivo común es claro: armonizar los datos y evitar duplicidades, de modo que una empresa pueda preparar un único flujo de información ESG y reutilizarlo en diferentes informes, auditorías o exigencias regulatorias.
La CSRD exige que las empresas elaboren informes de sostenibilidad completos y verificables, y los ESRS (European Sustainability Reporting Standards) definen el contenido y la estructura de esos informes.
Dentro de este marco, la Taxonomía Europea se integra directamente, ya que los datos reportados bajo ESRS deben incluir los indicadores de Taxonomía (ingresos, CapEx y OpEx) y presentarse con etiquetado digital en formato XBRL.
Esto implica que todos los puntos de datos deben tener trazabilidad y coherencia entre los distintos apartados del informe.
Por ejemplo, si una actividad está clasificada como alineada en el reporte de Taxonomía, su información debe reflejarse también en el bloque financiero y en las métricas ambientales de los ESRS.
En otras palabras, el marcado digital XBRL permite que los reguladores y auditores puedan verificar automáticamente la consistencia entre los informes financieros y de sostenibilidad, reduciendo el riesgo de errores y aumentando la transparencia.
La SFDR (Sustainable Finance Disclosure Regulation) es el reglamento que obliga a los fondos de inversión y gestores de activos a informar sobre la sostenibilidad de sus productos financieros.
Para hacerlo, estos fondos utilizan directamente los porcentajes de alineación con la Taxonomía Europea que publican las empresas.
Es decir, los datos que reportamos en nuestros KPIs de Taxonomía se convierten en insumos esenciales para que los inversores puedan evaluar y clasificar sus carteras según su grado de sostenibilidad.
Esto crea una cadena de información coherente: las empresas reportan bajo CSRD y ESRS, los datos se etiquetan digitalmente y los fondos los reutilizan para cumplir con SFDR.
De ahí la importancia de disponer de un sistema que garantice la calidad y trazabilidad de los datos desde el origen.
Una de las mayores ventajas del nuevo marco europeo es que las distintas normas comparten la misma base de información ESG.
Si estructuramos bien los datos desde el principio, podemos alimentar todos los marcos regulatorios con un único dataset, evitando tareas repetitivas.
La clave está en mantener un modelo de datos unificado, donde cada punto de información ESG tenga un identificador, una fuente, una fecha y una trazabilidad.
e esa forma, los informes de CSRD, Taxonomía o SFDR no se construyen desde cero cada año, sino que se actualizan automáticamente.
Esto no solo reduce carga de trabajo, sino que también aumenta la fiabilidad y consistencia de la información, algo esencial cuando el reporte está sujeto a verificación o revisión externa.
La aplicación de la Taxonomía implica una serie de pasos estructurados que van más allá del cálculo de indicadores. Requiere un enfoque de gobierno del dato, documentación técnica y verificación.
Estos son los elementos clave que toda empresa debe tener en cuenta:
Mapeo de actividades y verificación con Taxonomy Compass
Primero debemos identificar las actividades económicas de la empresa y mapearlas frente a las categorías y códigos del Taxonomy Compass, la herramienta oficial de la Comisión Europea.
Esto nos permite saber qué parte de nuestras operaciones es elegible.
Documentación de contribución sustancial y DNSH
Cada actividad elegible debe evaluarse según los criterios técnicos (TSC) y el principio de no causar perjuicio significativo (DNSH).
Es fundamental guardar evidencias de cómo se cumple cada criterio, incluyendo metodologías, límites, datos de rendimiento o informes de impacto.
Cálculo de KPIs de elegibilidad y alineación
Una vez identificadas y documentadas las actividades, debemos calcular los porcentajes de ingresos, CapEx y OpEx correspondientes.
Estos indicadores reflejan el nivel de alineación de la empresa con la Taxonomía y sirven como base para los reportes bajo el artículo 8 del Reglamento.
Gobierno del dato y evidencias auditables
Toda la información debe gestionarse bajo un sistema de control y versionado, donde quede claro quién introduce cada dato, cuándo se valida y bajo qué criterio.
Este enfoque asegura la auditabilidad del reporting y evita inconsistencias entre ejercicios.
Seguimiento normativo y adaptación a la simplificación 2025
La Comisión Europea ha anunciado un paquete de simplificación para 2025, con aplicación desde 2026.
Esto supone cambios en la estructura de los informes y reducción de cargas administrativas. Mantener una vigilancia regulatoria activa nos permitirá adaptar los sistemas y procesos a tiempo, evitando rehacer informes o duplicar trabajo.
En conjunto, la relación entre Taxonomía, CSRD, ESRS y SFDR refuerza la idea de que la sostenibilidad ya no es una obligación documental, sino un sistema integrado de gestión y competitividad.
Las empresas que estructuren bien sus datos hoy estarán preparadas para cumplir, comparar y mejorar continuamente su desempeño ESG sin duplicar esfuerzos ni depender de procesos manuales.
Cumplir con la Taxonomía Europea requiere manejar grandes volúmenes de datos financieros, técnicos y operativos con precisión y trazabilidad.
Hacerlo sin apoyo tecnológico multiplica el riesgo de errores, inconsistencias y pérdida de tiempo. Por eso, contar con un software especializado en Taxonomía UE se ha convertido en una necesidad más que en una opción.
Un sistema bien diseñado nos permite centralizar toda la información ESG, vincularla con los criterios de la normativa y generar los indicadores exigidos con total coherencia.
De esta forma, el reporting deja de ser una carga y se convierte en una oportunidad para optimizar procesos, anticipar auditorías y mejorar la calidad del dato.
El primer paso para cumplir con la Taxonomía es recopilar y normalizar los datos ESG de la empresa.
Esto implica conectar fuentes internas como ERP, hojas de cálculo o informes técnicos y convertir toda esa información en un formato común y verificable.
Un software especializado permite automatizar esta recopilación y detectar inconsistencias o datos faltantes, garantizando que cada métrica tenga un origen, una unidad y una fecha.
Así, eliminamos duplicidades y reducimos al mínimo los procesos manuales.
Una vez estructurados los datos, el siguiente paso es vincular cada actividad con los criterios técnicos de selección (TSC) definidos por la Comisión Europea y aplicar el principio de no causar perjuicio significativo (DNSH).
El sistema facilita esta tarea mediante mapeos preconfigurados o plantillas que relacionan actividades, indicadores y requisitos técnicos.
Esto simplifica la verificación de qué parte del negocio cumple con los criterios exigidos y permite documentar cada decisión de forma trazable y auditable.
Uno de los mayores beneficios de un software de Taxonomía UE es la generación automática de los KPIs obligatorios: ingresos (turnover), CapEx e OpEx.
El sistema calcula de manera precisa qué porcentajes son elegibles y alineados con la normativa, aplicando los criterios establecidos en el artículo 8 del Reglamento.
Además, permite actualizar los resultados en tiempo real conforme se modifican los datos financieros o las condiciones de las actividades, evitando recálculos manuales y errores de interpretación.
El cumplimiento de la Taxonomía exige que los informes se presenten con marcado digital XBRL o iXBRL, de forma que los supervisores puedan leer y comparar automáticamente los datos reportados.
Un software especializado genera estas exportaciones de forma automática, siguiendo la taxonomía técnica definida por EFRAG y garantizando la compatibilidad con los sistemas europeos de validación. Esto no solo facilita la presentación formal, sino que también reduce costes de auditoría y riesgos de rechazo por errores técnicos.
Un software de Taxonomía no debe funcionar de forma aislada. Las empresas que buscan eficiencia necesitan que su sistema ESG esté conectado con los marcos de la CSRD, los ESRS y la SFDR.
La interoperabilidad permite que los mismos datos que usamos para calcular los KPIs de la Taxonomía alimenten automáticamente los informes de sostenibilidad, las métricas financieras o los reportes para inversores.
Así, mantenemos una única fuente de verdad y evitamos trabajo duplicado.
Esta integración no solo mejora la calidad del reporting, sino que también nos permite tomar decisiones basadas en datos, entendiendo el impacto real de cada actividad en términos regulatorios y estratégicos.
Intentar cumplir con la Taxonomía Europea sin un sistema adecuado puede convertirse en un proceso lento, costoso y lleno de riesgos.
Los datos dispersos, las diferencias entre departamentos y la falta de trazabilidad suelen provocar inconsistencias en los cálculos y retrasos en las auditorías.
Además, cada año la normativa introduce ajustes técnicos y nuevas obligaciones, lo que hace prácticamente inviable mantener un control manual.
Sin una herramienta que consolide y actualice los datos de forma automática, el margen de error aumenta y el coste de cumplimiento se dispara.
Por eso, las empresas que buscan cumplir con rigor y eficiencia están apostando por soluciones tecnológicas que automatizan el reporting ESG, unifican el dato y permiten convertir la Taxonomía en una palanca estratégica de competitividad, transparencia y gestión del riesgo.
Cumplir con la Taxonomía Europea implica gestionar gran cantidad de datos financieros, técnicos y ESG. Si lo hacemos manualmente, el riesgo de errores y la carga de trabajo aumentan de forma exponencial.
Implantar un software específico para la Taxonomía UE nos permite automatizar el proceso, mantener la coherencia entre datos y garantizar un cumplimiento riguroso y trazable.
Además, disponer de una herramienta centralizada nos ayuda a conectar la sostenibilidad con la estrategia de negocio, transformando el reporting normativo en un proceso de mejora continua.
Una de las mayores ventajas es la centralización de toda la información ESG. En lugar de tener datos dispersos en hojas de cálculo o correos, el sistema consolida todo en un único entorno.
De este modo, podemos ver el recorrido completo del dato, desde su origen hasta el informe final.
Esta trazabilidad es esencial para auditorías, validaciones internas y revisiones regulatorias, además de evitar errores por duplicidad o versiones desactualizadas.
Automatizar la recopilación, clasificación y cálculo de indicadores nos permite ahorrar cientos de horas de trabajo en tareas repetitivas.
Un software especializado elimina errores humanos, actualiza automáticamente las métricas y nos deja centrarnos en lo importante: analizar resultados, planificar acciones y mejorar la calidad de la información.
Las normas técnicas (RTS) y los actos delegados de la Taxonomía se actualizan periódicamente. Un sistema preparado para ello mantiene los criterios al día, aplicando de forma automática los cambios normativos.
Así aseguramos que nuestros cálculos, indicadores y formatos estén siempre alineados con las exigencias más recientes de la Comisión Europea, sin necesidad de revisar manualmente cada actualización.
El software facilita la documentación de evidencias, la gestión de versiones y la trazabilidad de cada cálculo. Esto hace que las auditorías sean más ágiles y transparentes, ya que toda la información se puede revisar fácilmente.
Además, contar con un entorno estructurado permite demostrar el cumplimiento con el principio DNSH y las salvaguardas mínimas, aspectos críticos para la alineación con la Taxonomía Europea.
Uno de los mayores retos actuales es garantizar la coherencia entre los informes financieros y los de sostenibilidad.
Un buen software de Taxonomía conecta ambos mundos, sincronizando los KPIs financieros con los indicadores ESG.
Esto permite mantener consistencia en los datos reportados bajo CSRD, ESRS y SFDR, asegurando que toda la información publicada sea verificable, comparable y auditada bajo los mismos criterios.
Elegir la herramienta adecuada es clave para asegurar un cumplimiento eficiente y escalable. Un buen software para Taxonomía Europea debe combinar precisión normativa, automatización técnica y facilidad de uso.
Debe permitir integrar datos desde los sistemas internos (ERP, contabilidad, gestión ambiental o RRHH) y conectar fuentes externas o informes ESG.
El objetivo es evitar duplicidades y asegurar que todos los cálculos parten de información real, trazable y actualizada.
El entorno regulatorio cambia cada año. Un buen software incorpora actualizaciones automáticas de los criterios técnicos (TSC) y los actos delegados, aplicando los cambios sin necesidad de intervención manual.
Esto nos garantiza que siempre estamos trabajando con la última versión normativa y evita errores derivados de versiones antiguas o parámetros obsoletos.
El cumplimiento del principio de no causar perjuicio significativo (DNSH) y de las salvaguardas mínimas requiere un control riguroso del dato.
La herramienta debe incluir módulos de validación automática que verifiquen criterios, supuestos y evidencias, manteniendo un registro de cada evaluación y decisión tomada.
Para cumplir con el Artículo 8 del Reglamento de Taxonomía, el software debe generar informes en formato XBRL o iXBRL conforme a la taxonomía oficial de EFRAG.
Esto permite cumplir los requisitos de marcado digital exigidos por la Comisión Europea y facilita la interoperabilidad con los informes de CSRD y ESRS.
Por último, la herramienta debe garantizar seguridad en el almacenamiento y acceso a los datos, con sistemas de permisos y registro de cambios.
El control de versiones es fundamental: cada modificación debe quedar registrada para mantener trazabilidad, cumplir con auditorías y evitar errores en el reporting.
Un buen software no solo simplifica el cumplimiento, sino que convierte la Taxonomía Europea en un proceso continuo de mejora, aportando orden, control y valor estratégico a la gestión ESG de la empresa.
Cumplir con la Taxonomía Europea no debería verse como una obligación regulatoria, sino como una oportunidad estratégica.
Cada dato que reportamos refleja la capacidad de nuestra empresa para demostrar transparencia, eficiencia y control sobre su desempeño ESG.
Cuando gestionamos bien esta información, no solo cumplimos con la norma, sino que ganamos ventaja frente a quienes aún no han estructurado sus procesos.
La clave está en convertir el cumplimiento en una herramienta de gestión.
Si somos capaces de medir con precisión nuestras actividades, vincularlas con los criterios de la Taxonomía y mantener la trazabilidad de cada decisión, podremos identificar oportunidades de mejora, optimizar inversiones y reforzar la confianza de clientes, inversores y auditores.
La adopción de un software especializado es el punto de inflexión entre un cumplimiento reactivo y una gestión estratégica del dato.
Antes de implantarlo, conviene definir un plan claro que permita estructurar la información y adaptarla al flujo normativo europeo.
El primer paso es identificar qué actividades económicas realiza la empresa y determinar si están incluidas dentro de la Taxonomía Europea.
Esto implica revisar procesos, ingresos, inversiones y gastos operativos para asignarlos a las categorías definidas por la Comisión Europea.
Al mismo tiempo, debemos analizar la calidad y disponibilidad de nuestros datos ESG, detectando vacíos, incoherencias o información que aún no está digitalizada.
Esta evaluación inicial nos servirá para priorizar acciones y definir la estructura de reporting adecuada.
No todas las empresas deben reportar sobre todos los objetivos ambientales.
Es esencial delimitar el alcance del análisis, identificando qué objetivos (mitigación, adaptación, agua, circularidad, contaminación o biodiversidad) son relevantes para nuestras operaciones.
Definir este alcance nos permite enfocar los recursos en las actividades más significativas y garantizar que el reporting refleje fielmente la realidad de la empresa sin añadir complejidad innecesaria.
Un software de Taxonomía UE debe ayudarnos a automatizar el cálculo de KPIs (ingresos, CapEx y OpEx), vincular los datos con los criterios técnicos (TSC) y generar reportes compatibles con el marcado digital XBRL o iXBRL exigido por la normativa.
Es importante elegir una herramienta que no solo cumpla la parte técnica, sino que se integre con nuestros sistemas internos y permita reutilizar la información para otros marcos, como CSRD, ESRS, SBTi o ISOs.
Así conseguimos un ecosistema de datos único, sin duplicar esfuerzos ni perder tiempo en tareas manuales.
Cumplir no es solo reportar, sino demostrar cómo llegamos a cada cifra.
Por eso, necesitamos controles internos que aseguren la trazabilidad del dato, incluyendo versiones, responsables y fuentes.
Documentar evidencias de cumplimiento del principio DNSH, de las salvaguardas mínimas o de la contribución sustancial es lo que garantiza la fiabilidad del informe ante auditorías o verificaciones externas.
Tenerlo todo estructurado desde el inicio reduce riesgos y evita correcciones de última hora.
El marco regulatorio europeo no es estático. En 2025 entrará en vigor el paquete de simplificación de la Taxonomía, con aplicación desde 2026.
Esto implica nuevos formatos de reporte, criterios revisados y procesos más ágiles para empresas medianas y grandes.
Estar preparados para estos cambios significa mantener el sistema actualizado, revisar el mapeo de actividades y adaptar las plantillas o flujos de trabajo con antelación.
De esta forma, evitamos improvisar ante cada actualización normativa y mantenemos una estructura de cumplimiento estable, coherente y preparada para auditoría.
En definitiva, cuando gestionamos la Taxonomía Europea con visión estratégica, dejamos de cumplir por obligación para empezar a competir por eficiencia.
Medir, automatizar y anticipar los cambios regulatorios nos permite transformar la sostenibilidad en una palanca real de crecimiento y diferenciación en el mercado.
En un entorno regulatorio cada vez más exigente, cumplir con la Taxonomía Europea requiere precisión, trazabilidad y control sobre los datos ESG.
En Dcycle entendemos que las empresas no necesitan más burocracia, sino una solución tecnológica que automatice el proceso y elimine la complejidad.
No somos auditores ni consultores, sino una solución diseñada para empresas que quieren medir, gestionar y comunicar su sostenibilidad de forma rigurosa y eficiente.
Nuestra plataforma unifica en un solo entorno todo lo necesario para capturar, validar y reportar información ESG, conectando los requisitos de la Taxonomía con los demás marcos normativos como la CSRD, los ESRS o la SFDR.
Así transformamos el cumplimiento normativo en una herramienta estratégica de gestión.
Dcycle permite recopilar automáticamente datos ESG desde distintas fuentes internas, normalizarlos y validarlos para garantizar su coherencia.
Cada dato cuenta con trazabilidad completa, desde el origen hasta el informe final.
De esta forma, toda la información se integra en una única base de datos estructurada, eliminando duplicidades y reduciendo los errores manuales.
Además, los datos se distribuyen entre los distintos marcos regulatorios de forma automática, evitando tener que rehacer informes o duplicar trabajo.
Nuestra solución automatiza el cálculo de los indicadores exigidos por el artículo 8 de la Taxonomía Europea: ingresos (turnover), CapEx y OpEx.
El sistema identifica qué actividades son elegibles y cuáles están alineadas con los criterios técnicos, el principio DNSH y las salvaguardas mínimas.
Los resultados se actualizan en tiempo real conforme se incorporan nuevos datos financieros o técnicos, garantizando un reporting preciso, trazable y auditable.
Así, la empresa puede responder con agilidad ante revisiones regulatorias o verificaciones externas.
Dcycle centraliza toda la información ESG en un entorno unificado y conectado con los principales marcos regulatorios europeos.
Los datos que recopilamos para la Taxonomía se reutilizan directamente para CSRD, ESRS o SFDR, manteniendo la coherencia entre indicadores y evitando trabajo repetido.
Esto permite que sostenibilidad, finanzas y cumplimiento trabajen sobre una misma fuente de información, mejorando la eficiencia y garantizando que los informes sean consistentes, comparables y verificables.
Cumplir con la Taxonomía implica generar informes digitales conforme a los estándares XBRL o iXBRL definidos por EFRAG.
Con Dcycle, este proceso es totalmente automático.
La plataforma genera los ficheros etiquetados y listos para su envío a los reguladores o auditores, siguiendo la estructura técnica exigida por la Comisión Europea.
Esto reduce tiempos, evita errores de formato y facilita la validación inmediata del informe.
En Dcycle creemos que la sostenibilidad no es solo cumplimiento, es una palanca real de competitividad.
Cuando los datos ESG están bien estructurados, se convierten en una herramienta de gestión capaz de mejorar procesos, identificar riesgos y reforzar la reputación corporativa.
Al automatizar el cumplimiento de la Taxonomía Europea, ayudamos a las empresas a pasar de la obligación al control, y del control a la ventaja competitiva.
Con un sistema sólido de datos ESG, el cumplimiento deja de ser un coste y se transforma en una oportunidad para tomar decisiones basadas en información verificada, transparente y útil para el negocio.
La Taxonomía Europea es un sistema común de clasificación creado por la Unión Europea para definir qué actividades económicas pueden considerarse sostenibles según criterios objetivos.
Su finalidad es aportar transparencia y comparabilidad, permitiendo a las empresas y a los inversores identificar actividades que contribuyen a los objetivos ambientales europeos, como la mitigación del cambio climático, la adaptación o la protección de la biodiversidad.
En la práctica, esta normativa regula qué información deben reportar las empresas, cómo deben estructurarla y qué criterios técnicos deben cumplir para demostrar que sus actividades tienen un impacto ambiental positivo y medible.
Están obligadas a reportar bajo la Taxonomía Europea las empresas que ya están sujetas a la Directiva de Información No Financiera (NFRD) y, progresivamente, las que entren en el marco de la CSRD (Corporate Sustainability Reporting Directive).
Esto incluye grandes empresas, entidades financieras y aseguradoras, así como aquellas que cotizan en bolsa dentro del ámbito de la Unión Europea.
A medio plazo, también se espera que las pymes no cotizadas puedan hacerlo de forma voluntaria, siguiendo un estándar simplificado.
El objetivo es que todas las organizaciones con impacto económico relevante midan y comuniquen cómo sus operaciones contribuyen a los objetivos ambientales definidos por la UE.
Una actividad elegible es aquella que aparece dentro de la lista de actividades cubiertas por la Taxonomía Europea, es decir, que está dentro del alcance de la normativa.
Sin embargo, eso no implica que cumpla todos los requisitos técnicos.
Una actividad alineada, en cambio, cumple completamente con los criterios técnicos (TSC), el principio de no causar perjuicio significativo (DNSH) y las salvaguardas mínimas de gobernanza.
En los informes, las empresas deben distinguir claramente entre actividades elegibles y alineadas, ya que solo las alineadas se consideran plenamente sostenibles a efectos regulatorios.
El Artículo 8 del Reglamento de Taxonomía establece que las empresas deben divulgar tres indicadores financieros principales (KPIs):
Para calcularlos correctamente, debemos mapear las actividades de la empresa frente a la Taxonomía, aplicar los criterios técnicos y mantener trazabilidad de las fuentes y supuestos.
Estos KPIs deben publicarse junto con explicaciones claras de la metodología utilizada y, en la mayoría de los casos, verificarse mediante revisión o auditoría externa.
Utilizar un software especializado en la Taxonomía Europea simplifica enormemente el proceso de cumplimiento.
Permite recopilar y centralizar datos ESG, automatizar los cálculos de KPIs y aplicar los criterios técnicos (TSC y DNSH) de forma estructurada y trazable.
Además, estos sistemas generan los informes digitales en formato XBRL o iXBRL, exigidos por la Comisión Europea, garantizando la coherencia entre los reportes financieros y de sostenibilidad.
La principal ventaja es que reducimos errores manuales, ahorramos tiempo y aseguramos consistencia entre marcos normativos como CSRD, ESRS o SFDR.
En definitiva, un software de este tipo nos permite pasar del cumplimiento reactivo a la gestión estratégica del dato ESG, usando la Taxonomía como una palanca de eficiencia, control y ventaja competitiva.
El cálculo de la huella de carbono analiza todas las emisiones generadas a lo largo del ciclo de vida de un producto, incluyendo la extracción de materias primas, la producción, el transporte, el uso y la disposición.
Las metodologías más reconocidas son:.
The most recognized methodologies are:
Algunas estrategias requieren una inversión inicial, pero los beneficios a largo plazo superan los costos.